LAS POLÍTICAS DE TRUMP ESTARÍAN SIENDO EL “EMPUJÓN” DE ESTE TEXTO

Llega el ‘Libro Blanco para la Defensa Europea’… ¿Pronto y bien, o tarde y mal?

PRNOTICIAS CONVERSA CON PABLO GARCÍA BAUTISTA, MANAGER DE ASUNTOS PÚBLICOS DE NEWLINK

“España tiene el complicado reto de equilibrar, por un lado, su compromiso con la defensa de la soberanía territorial de Ucrania, con, por el otro lado, llamar la atención sobre el flanco sur. Aunque desde Bruselas todas las miradas se centran en el este del continente, la situación al otro lado del Mediterráneo es nuestro principal foco de inestabilidad y de preocupación geoestratégica, aunque las amenazas sean diferentes”. Pablo García Bautista

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La Comisión Europea acaba de publicar el Libro Blanco para la Defensa Europea, que fija en 2030 el año en el que la Unión Europea será capaz de garantizar que su industria de defensa pueda producir a la velocidad y el volumen solicitados, a la vez que facilitar el despliegue rápido de tropas y activos militares en toda la UE. Algunos analistas lo reconocen como un esfuerzo capaz de transformarse en compromisos orientados a la modernización de las Fuerzas Armadas. Otros, dejan sobre la mesa la siguiente interrogante sobre su llegada en este momento: ¿Pronto y bien, o tarde y mal?

Pablo García Bautista, Manager de Asuntos Públicos de Newlink, dice a PRNoticias que no debemos dedicar mucho tiempo a imaginar qué hubiera sido de nosotros si la Comisión Europea hubiera puesto en marcha iniciativas como este Libro Blanco hace cinco años, cuando las necesidades eran menos evidentes a los ojos de los decisores políticos.

García Bautista asegura que “la realidad geopolítica tras la vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca ha sido el empujón definitivo que Bruselas necesitaba para salir del letargo en el que se encontraba cómoda, a pesar de que llevamos más de tres años con un conflicto en nuestro continente”. Explica que el Libro Blanco no es más que la demostración de que estamos presenciando un reequilibrio de fuerzas en un cambiante orden mundial, en el que las certezas convencionales apenas nos sirven de referencia.

“El repliegue estratégico de Estados Unidos abre la puerta a un panorama desconocido. Y vemos a una Unión Europea que pretende asegurarse poder de influencia y capacidad de disuasión. Y para demostrarlo nos presenta una estrategia de rearme, autonomía y emancipación. A lo que tenemos que dedicar ya toda nuestra atención es a ver cómo se materializan estas intenciones porque en este caso se dan tres circunstancias que no son menores”, puntualiza el Manager de Asuntos Públicos de Newlink. Y continúa respondiendo…

¿Cuáles son esas circunstancias?

La primera es que la Unión Europea no es el actor más ágil del tablero geopolítico. La segunda es que los supuestos proyectos colaborativos pueden chocar con unas competencias y unos intereses que son esencialmente estatales, aunque existan mecanismos comunitarios para resolverlo. Y, en tercer lugar, aunque el Libro Blanco haya fijado en 2030 el horizonte en el que estaremos preparados para “disuadir a los que quieren hacernos daño”, cinco años no parece un plazo razonable para que la industria digiera tanta inversión y acometa las modernizaciones necesarias. Será un proceso que llevará más tiempo.

¿Qué implicaciones tiene el Libro Blanco para la industria de defensa española?

Por lo pronto, el Libro Blanco es una noticia ilusionante para la industria española de Defensa porque consolida una tendencia que empezamos a vislumbrar hace un par de años, cuando en la cumbre de la OTAN celebrada en Madrid se reafirmó el compromiso en nuestro país por aumentar la inversión en Defensa. Desde entonces, el interés por la industria ha crecido exponencialmente tanto a nivel político como social. Pero las empresas del sector, que son mayoritariamente de pequeño y mediano tamaño, necesitan estabilidad financiera, garantía presupuestaria, colaboración de la administración pública, visión a largo plazo y sentido de Estado. A priori, si no nos hacemos trampas en el solitario imputando como inversión en Defensa gastos que nada tienen que ver, la industria saldrá beneficiada de las cláusulas de escape nacional del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, así como de los 150 mil millones de euros que la Comisión pretende recaudar en los mercados de capital para prestarlos a largo plazo a los Estados miembro.

¿Qué otros textos lo acompañan?

No olvidemos que estamos en un estadio inicial de la estrategia. Sólo en 2024 nos encontramos con la Estrategia Industrial Europea de Defensa (EDIS), con el informe Letta, las Orientaciones Políticas de la Comisión, el informe Draghi y el informe Niinistö. Y durante este año, antes de este Libro Blanco, ya habían publicado la Brújula de la Competitividad. Estamos presenciando una producción inédita de textos, informes y estrategias que tendremos que ver cómo armonizar. Y no hemos tocado techo. Próximamente se espera la Preparedness Union Strategy y la Estrategia de Seguridad Interior de la UE.

¿Y cómo impactará en la economía en términos de inversión y empleo?

Es importante que todos estos anuncios e iniciativas no nos hagan perder el foco. El negocio de la industria de Defensa es un negocio B2E, Business to Ejército. A diferencia de otras industrias en las que nosotros sí somos el usuario final, la industria de Defensa tiene un cliente muy particular: las Fuerzas Armadas. Y es importante que no nos olvidemos de que todos los esfuerzos de inversión y los planes industriales deben tener casi como único objetivo la modernización y protección de nuestras tropas y sus sistemas. Nuestras vidas seguramente no dependan nunca de un tipo concreto de munición, pero la seguridad de nuestros soldados sí puede depender el día de mañana de qué sistema de protección activa hayamos elegido para nuestros carros de combate. Otra realidad que tampoco podemos ignorar entre tanta actualidad es que nuestras tropas están cada vez más mermadas de efectivos. Hemos conocido recientemente, gracias al último informe del Observatorio de la Vida Militar, que nuestras Fuerzas Armadas están en mínimos históricos de personal desde el final del servicio militar obligatorio en 2001.

¿Y en términos de desarrollo tecnológico?

Ahora bien, lógicamente, la visión Made in Europe Buy European va a impactar en nuestro tejido industrial. Sabemos que la industria de Defensa trae consigo empleo de alta calidad y fija población al territorio. Para España en particular es una buena noticia porque hay zonas de nuestro país con capacidades para acoger planes de reindustrialización potentes, que ofrezcan oportunidades a profesionales altamente cualificados y permitan a las empresas españolas (recordemos que un 98% de esta industria está conformada por PYMES) asumir inversiones con seguridad y garantías a largo plazo.

¿Cuáles podrían ser los efectos de esta visión?

Esta doctrina de Buy European, que está liderando especialmente Francia, va a tener consecuencias también. ¿Estamos preparados para reducir nuestras relaciones industriales en materia de Defensa con países como Reino Unido, Turquía, Israel o el propio Estados Unidos? Tal vez el proceso debería ser gradual. ¿Es preferible que nuestras Fuerzas Armadas tengan sistemas de países extracomunitarios que están probados ya en combate o vamos a asumir el riesgo de estar diez o quince años desarrollando nuestros propios sistemas para intentar garantizar nuestra defensa? Son preguntas a las que tenemos que dar respuesta mientras conseguimos alcanzar la plena autonomía estratégica e industrial.

¿Cuáles considera que son las principales deficiencias en las capacidades de defensa que el Libro Blanco busca subsanar?

La propuesta de simplificación Omnibus de la defensa, que nos prometen ver como tarde en junio de 2025, es una buena señal porque está demostradísimo que la regulación, si no se simplifica de manera inteligente y eficiente, lastra la competitividad de nuestras empresas. La industria no puede perder ni un minuto en burocracias innecesarias, así que todo lo que sea facilitar los procedimientos del sector será positivo. Otra deficiencia que quizá ha pasado más desapercibida en el texto es la formación especializada. Esta es una de las demandas que más reiteran desde la industria. Hacen falta profesionales cualificados para cubrir empleos que requieren conocimientos técnicos y tecnológicos de alto nivel. A día de hoy esa demanda no encuentra oferta suficiente. Y es una brecha que encontramos en otros sectores como el energético o el digital. Por lo tanto, la industria de Defensa va a tener que dedicar muchos recursos para encontrar talento, atraerlo, conservarlo y reciclarlo de manera continua.

¿Cómo se alinea la postura de España respecto al término “rearme” con las propuestas del Libro Blanco?

Considero que el debate que hemos visto en los últimos días tenemos que acotarlo al panorama político español. Y es un reflejo más de los tiempos que nos ha tocado vivir. A nadie se le escapa que la inversión en Defensa tiene un componente dual importante, porque es una tecnología tanto de uso militar como civil, pero el debate ni siquiera se ha planteado en estos términos. Puede uno comprender que, con sensibilidades tan marcadas en el seno del Gobierno y en sus aliados en el Congreso, estemos viendo una estrategia de suavizar la terminología. Pero, al final, es un debate lingüístico sin mucho más recorrido. Se ha dicho que es un plan de rearme porque es eso: un plan de rearme. Lo llamemos como lo llamemos, el fondo no va a cambiar.

¿Qué papel desempeñará España en las adquisiciones conjuntas de sistemas de defensa propuestas en el Libro Blanco?

Tenemos una oportunidad de oro para que nuestra industria de Defensa dé el salto de calidad definitivo, porque en general vienen todas las empresas haciendo muy bien los deberes. Pero hace falta, y esto lo llevamos escuchando años de boca de expertos, una visión de Estado para la política de Defensa. Debemos demostrar que somos un socio fiable y de nivel para nuestros países vecinos, pero no podemos dar la espalda a nuestros intereses estratégicos. España tiene el complicado reto de equilibrar, por un lado, su compromiso con la defensa de la soberanía territorial de Ucrania, con, por el otro lado, llamar la atención sobre el flanco sur. Aunque desde Bruselas todas las miradas se centran en el este del continente, la situación al otro lado del Mediterráneo es nuestro principal foco de inestabilidad y de preocupación geoestratégica, aunque las amenazas sean diferentes.

¿Cómo ve la perspectiva a mediano o largo plazo?

Haríamos bien en sentarnos a la mesa de negociación con esta carta bien colocada. Porque, si la guerra de Ucrania se resuelve pronto tras un acuerdo de paz, ¿con qué intención vamos a rearmarnos de cara a 2030? Lo urgente no debería nublar lo importante. Y España debe aprovechar la oportunidad de que todo este impulso industrial y esfuerzo comunitario sea útil para otros puntos del tablero geopolítico que sin duda darán de que hablar en los próximos cinco años.

Seguiremos Informando…

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