En la Tierra a viernes, 3 mayo, 2024

2 / EMILIO ROMERO

PERSONAJES DE AYER Y DE HOY / POR JULIO MERINO Mariano José de Larra definió claramente a los hombres de su tiempo: “Aquí, amigo mio, hay grandes personajes (aunque el últo ya se murió), personajes (pocos) y personajillos, casi todos, y además divididos, pues los hay de prer rango, de segundo, de tercero y hasta la escoria”. Pues bien, a la hora de hablar o escribir de Don Emilio Romero Gómez no hay más remedio que enmarcarle en el apartado de “Grandes Personajes”, ya que no en vano fue el mejor periodista de su época. Tan grande que bien podíamos decir que si Larra fue el mejor del siglo XIX él fue el mejor del siglo XX. Porque no hubo ninguno que sumase más premios periodísticos y literários y que no hubo ningún otro que fuese mejor Director ni permaneciese más años como tal.

 

Como periodista recibió los premios de más prestigio: el “Mariano de Cavia”, el “Luca de Tena”, el “Jae Balmes”, el “Larra”, el “César González Ruano” y el Premio Nacional de Periodismo. Como escritor recibió el Premio Planeta, su novela “La paz empieza nunca”; el Nacional de Literatura, “Cartas a un Príncipe”, el Ateneo de Sevilla, su novela “Tres chicas y un forastero” y el Espejo de España su ensayo “Tragicomedia de España”.

 

Pero, antes de seguir adelante digamos algo de su biografía: Emilio Romero nació en Arévalo, Avila, en 1917 (siempre volvería a su pueblo natal en los momentos buenos y en los malos). Como muchos de los jóvenes de su tiempo empezó estudiando Magisterio, aunque muy pronto se pasó a Derecho y como universitario le cogió la Guerra Civil. Tenía 19 años y ya había tomado partido político, sabido es que en aquella España republicana no se podía ser neutral. Romero se acercó a la Falange, a través del SEU, y que la brillante oratoria y las ideas de José Antonio Pro de Rivera le cautivaron. Tal vez eso en cuanto estalló la guerra fue detenido y fusilado. Bueno, fue fusilado en las tapias de la Casa de Campo, pero no murió, gracias a la ayuda pagable que le prestaron algunos miembros de su propio  pelotón de fusilamiento. Naturalmente, aquello no lo olvidaría nunca. Pasó los tres años de guerra escondido o huyendo de un lado para otro y algún tiempo permaneció en un pueblo de La Mancha. En 1939, tras la victoria de Franco, y los suyos, regresó a Madrid  se casó con María Josefa Montalvo y eligió el camino del periodismo, que era lo que tenía marcado en su destino. Tan sólo un año después, en 1940, el Director General de Prensa, Don Juan Aparicio, le nombró director del periódico “La Mañana” de Lérida, cuando tenía 23 años y fue tal su éxito que en 1942 pasa a dirigir “Información” de Alicante, que ya era uno de los grandes de la Prensa del Moviento. En 1945 Juan Aparicio se lo trae a la Dirección General de Prensa y le entrega la jefatura de Orientación Política de la Prensa Española. Un año después ingresa en el diario “Pueblo” como prer editorialista político y allí permanece hasta que en 1952 el  Delegado Nacional de Sindicatos, José Solís, le nombra director del periódico. Y como director de “Pueblo” permaneció hasta 1975, que fue nombrado Delegado Nacional de Prensa y Radio del Moviento, cargo en el que cesó un año después, entonces volvió al periodismo y fue director del “Informaciones” y “El Imparcial”, diario que fundó en octubre de 1978, aunque discrepancias políticas con el empresario, Don Domingo Lopez, cesó a los pocos meses. A partir de ahí comenzó a escribir como columnista en los diarios “Ya”, “ABC”, “El Periódico de Cataluña” y la Revista “Intervíu”. De septiembre de 1987 a mayo de 1991 fue el tertuliano mejor pagado de “La Linterna”, de la cadena COPE. Desde esa fecha hasta su muerte, acaecída en 2003, no dejo nunca de escribir.

 

Ahora vamos a detenernos en sus grandes éxitos como profesional del Periodismo y Director de “Pueblo”, aunque antes no me resisto a recordar algo que yo mismo escribí a la hora de su muerte: “Para muchos Emilio Romero fue Dios, para otros fue el Diablo; pues bien, para mí, que viví a su lado 10 años (de 1969 a1979), Emilio Romero no fue ni Dios ni el Diablo. Emilio Romero fue un hombre, un hombre con sus virtudes y sus defectos, que acertó  muchas veces y se equivocó otras. Lo que nadie le podrá negar es que ha sido el gran periodista del últo medio siglo”.

 

Cuando en 1952 llega a la dirección de “Pueblo” el periódico vendía unos 10.000 ejemplares y era feo en su presentación fisica, cuando deja la dirección en 1975 “Pueblo” había rebasado ya los 300.000 ejemplares y era el periódico mejor hecho de la prensa española y el más influyente en la calle.

 

Este éxito se debió a diversos factores. 1) La propia filosofía periodística de Romero, para quién lo más tante de un periódico diario era su capacidad de sorpresa. “Si no se sorprende al lector decía y se inquieta a la competencia cada día con algo novedoso y sorprendente y el periódico cae en la rutina el periódico está firmando su sentencia de muerte”. Y él mismo sorprendía a todos con los cambios radicales que hacía en el periódico cada año, a la vuelta de las vacaciones y a veces en medio de la temada, en cuanto notaba que el periódico dejaba de ser atractivo. 2) En saberse rodear de los mejores profesionales en todas las ramas del periodismo. Allí, en aquel “Pueblo”,  nacieron y se hicieron grandes los periodistas más tantes de la época y muchos de ellos siguen siendo las figuras del periodismo de hoy. Romero era enemigo de los teletipos y exigía a sus redactores o reteros que buscasen las noticias en la calle. A cambio “Don Emilio” defendió siempre a los suyos cuando alguien del Gobierno se atrevía contra algunos de aquellos periodistas, y además era el que mejor los pagaba en aquellos años de estrecheces económicas. 3) Los “Gallos” que publicaba siempre en la Tercera Pagina (que se hizo famosa y temida) y que  llegaron a ser la pesadilla de la clase política y gubernamental. Se esperaban como agua de mayo. Tanto que algunos Ministros se hacian llegar el periódico antes de que saliera a la calle (“Pueblo” era un periódico de la tarde), el día que sabían que había “Gallo”. Eran como pequeños ensayos y estaban inmejorablemente escritos, no hay que olvidar que Romero además de ser un gran periodista era también un gran escritor, como demostraría a lo largo de su vida. 4) El “Club Pueblo”, el prer centro cultural que nació a las faldas de un periódico de Madrid. El “Club” llegó a ser la sala de exposiciones más prestigiosa de la capital y allí nacieron a la fama grandes pintores y grandes escultores. Pero, el “Club” fue también aula de teatro de ensayo experental, salón de conferencias y presentación de libros. Y es que “Don Emilio ” lo abarcaba todo. 5) Los “Populares” de “Pueblo”. Fueron los Premios que Romero se inventó para galardonar a los personajes que destacaban durante el año en cualquier faceta: escritores, detistas, empresarios, científicos, toreros, modistos, médicos, actores y actrices, periodistas, políticos, eclesiasticos, militares, ganaderos y etc. Ser “Popular de Pueblo” en aquellos años era como tener un pasate para la fama.

 

Otro de los grandes éxitos de Romero fue la Escuela Oficial de Periodismo, que en cuanto le nombraron Director se puso manos a la obra para sacar la vieja escuela del Ministerio de Información y Turismo y pasarla a la Universidad. No aceptaba que el periodismo no tuviera rango universitario y ello rápidamente creó una Comisión Mixta para proceder al traslado. Cosa que culminó muy poco después, en 1971, y gracias a su gestión nació la prera Facultad de Ciencias de la Información, dependiente de la Universidad Complutense.

 

Pero no menos tante y famosa fue su obra literaria. Romero asombró ya en los años cincuenta con una gran novela: “La paz empieza nunca”, que en cierto modo era una autobiografía si no de su vida sí de sus vivencias entre 1930 y 1950. El argumento de la novela, que como ya hemos dicho ganó el Planeta en 1956, es un relato apasionante de los años de la República, la Guerra Civil y la Postguerra y los preros años de la Dictadura. En un momento dado Romero se retrata boca de López, el personaje central: “En estos 20 años   dice he perdido la cuenta de todo lo que me falta, pero milagrosamente, conservo ilusiones, ideales, esperanza en cosas, igual que ese náufrago que de reprente, perdido todo, desnudo, y asido a una tabla, descubre que le sigue su sombrero, y hace todo lo posible atraparlo, que es como una noción perdida de sí mismo. Yo tengo conmigo mi sombrero. Yo soy yo. Y quiero salvarme con el viejo equipaje de mis orígenes. Por eso he escrito esto”. Después escribiría otras novelas: “Todos morían en Casa Machada”, “Verde doncella”, “Las personas decentes me asustan”, “Lola, su novio y yo”, “Tres chicas y un forastero” y “Las ratas suben a la ciudad”.

 

Esta últa, que más tarde sería llevada al cine y al teatro, fue un éxito total, tal vez su sorprendente argumento. Romero se inventa dos mundos, uno subterráneo en el que viven agolpados todos los pobres, hambrientos y enfermos y otro sobre la superficie donde viven los inmaculados hombres felices pero sin alma. Son dos mundos absolutamente distintos. De ahí que cuando las ratas (seres humanos indefensos) deciden subir a la ciudad se produce la revolución.

 

También triunfó como autor de teatro, con 15 obras originales estrenadas en Madrid y 2 adaptaciones que fueron famosas: El “Galileo y Galilei”, de Bertold Brecht, y “La muerte de Dantón”, de Büchner.

 

Sin embargo, donde Romero se movia más a sus anchas era en el ensayo político. Sus obras “Cartas a un Príncipe” (1964), “Cartas al pueblo soberano” (1965), “Cartas al Rey” (1973) y “Cartas nopolíticas” (1977) fueron aplaudídas hasta sus más encarnizados críticos. Emilio Romero demostró en esas cartas que se conocía muy bien al mejor “cartero” de la Literatura española: Don Juan Valera. En la prera Romero le adelantaba al entonces Príncipe de España los problemas con los que se enfrentaría incluso para llegar a ser Rey. En 1973, y cuando ya estaba casi seguro que el Príncipe sería Rey de España volvió a adelantarle a Juan Carlos los problemas con los que se iba a enfrentar a la muerte de Franco.

 

Por todo ello Don Emilio Romero Gómez se ganó un puesto en la Historia del Periodismo español y un puesto en la Historia de la Literatura española.

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