Para la sociedad se ha convertido en una auténtica odisea reconocer aquellos alimentos destinados al consumo que cumplen con las recomendaciones nutricionales básicas formuladas por la comunidad científica. Esto se debe, en gran medida, a que en los últimos años, la industria alimentaria ha utilizado estrategias de marketing mucho más refinadas que el típico envase con llamativos dibujos o los regalos en el interior del envoltorio. Algo que ha demostrado que funciona exitosamente para manipular la decisión del consumidor es estampar el logo o sello de una sociedad científica en el embalaje. De ese modo, la compañía consigue reforzar la imagen positiva de sus productos.
No obstante, algunas marcas han utilizado estas colaboraciones con sociedades científicas para aumentar el consumo de alimentos cuya información nutricional real o lista de ingredientes repele a los consumidores y pone los pelos de punta a dietistas-nutricionistas. Tal es el caso de las galletas Dinosaurus. Laura Saavedra, dietista-nutricionista y tecnóloga de Alimentos, escribía un interesante post en el blog “Dime qué comes” valorando la composición de estos productos infantiles y denunciaba que contienen una “cantidad nada despreciable de azúcar como para ignorarla sin más en su propaganda”. Subraya que “la composición nutricional recuerda más a la de la bollería industrial, que a la de un alimento saludable, como nos tratan de vender”.
Sin embargo, las galletas Dinoasurus han exhibido durante años el sello de la Asociación Española de Pediatría (AEP). Esta sociedad científica también colaboró con la marca animando a sus miembros a que entregasen muestras de las galletas en sus consultas. Pero no ha sido el único organismo que se ha despojado de sus valores éticos y ha avalado un producto a sabiendas que era contrario a las recomendaciones extraídas de la evidencia científica.
La Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentación (SEDCA) permitió que su logo apareciese en los Bollycaos; la Fundación Española del Corazón (FEN) respaldó unos lamentables suplementos de omega-3 llamados Megared; la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN) ha recomendado en varias ocasiones el consumo de bebidas alcohólicas, como vino o cerveza, para mejorar la salud con argumentos que nada o poco tienen que ver con las conclusiones de la mayoría de los estudios científicos.
Estas han sido algunas de las instituciones, organizaciones y sociedades científico médicas que han prestado su imagen para acciones publicitarias “imprudentes, poco objetivas y falaces”. Así las han calificado los profesionales independientes que trabajan en el ámbito de la Dietética y la Nutrición. Durante años, han denunciado por activa y por pasiva la gravedad de prestar la imagen de médicos y sociedades científicas para avalar la superioridad y excelencia de determinados productos alimentarios o de marcas comerciales sobre otras sin que se haya probado la base científica sobre la que se sustenta esta publicidad. Estos expertos han instado a los máximos organismos de representación que pongan en marcha leyes (no códigos) que protejan a consumidores.
Sus peticiones han sido oídas por la Organización Médica Colegial (OMC). El máximo organismo de representación de los médicos españoles ha dado un paso decisivo: ha aprobado una declaración de la Comisión Central de Deontología (CCD) sobre los conflictos ético-deontológicos que plantea esta publicidad. En ella concluye que es contrario a la ética avalar productos alimentarios de dudoso beneficio para la salud y, mucho menos, cuando puedan ser incluso perjudiciales. La CCD considera que se trata de una forma de publicidad subliminal asociativa en la que se entiende que el producto viene avalado por una sociedad científica.
Tras poner de manifiesto que la publicidad médica ha de ser objetiva, prudente y veraz, de modo que no levante falsas esperanzas o propague conceptos infundados y precisar que es contrario a la ética hacer publicidad engañosa, encubierta o que se promocionen productos sin suficiente soporte científico, deja claro que la conducta de los médicos tiene que justificar la confianza que los pacientes y los ciudadanos depositan en él y en la profesión. Por ello, estima que las instituciones, organizaciones y sociedades científico médicas no deberían avalar publicitariamente la bondad de ningún producto de consumo que no tenga evidencia científica probada. Para la CCD, todo ello va contra el prestigio de dichas entidades médicas en particular y de la profesión médica en general.
En el caso que de una institución, organización o sociedad científico médica decida hacer publicidad de cualquier tipo de producto, deberá considerar que no es nocivo para la salud, que existe evidencia científica sobre los beneficios para la salud y que declare la existencia de posibles conflictos de interés en relación con las industrias que comercializan dicho producto. Sin embargo, considera que es contrario a la deontología médica solicitar o aceptar contraprestaciones por prestar la imagen de la profesión médica para avalar productos alimenticios de dudosa salubridad, así como hacer publicidad engañosa o encubierta o promoción de un producto de consumo sin el suficiente soporte científico.
La pregunta ahora es: ¿Qué sanciones recibirán los médicos o sociedades científicas que sigan haciendo lo que hasta ahora han hecho? ¿Cómo se castigará a quienes sigan vendiendo su aval a golpe de talonario para disfrazar productos que en la mayoría de los casos son la antítesis de unas recomendaciones dietéticas saludable?
Seguiremos informando…