La huelga de ‘bolis caídos’ continúa, y se hace notar. Según ha comunicado la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC), la agrupación ha puesto este verano 140.000 multas menos que en 2009. En total un 50% menos de las infracciones sancionadas el año anterior.
En concreto, en los diez preros días de agosto se han puesto 20.000 multas menos que en el mismo periodo de 2009; en julio, 60.000 menos; y en junio, otras tantas. Además, la AUGC asegura que en los cuarteles rurales también se está formulando un número sensiblemente inferior de denuncias frente a periodos previos, aunque no constan datos oficiales.
A pesar de las cifras, la AUGC única asociación que defiende los derechos de los guardias civiles niega que exista una huelga, y atribuye la caída de la cifra de multas al ‘desencanto’ de los profesionales. ‘Los agentes están sufriendo una enorme desmotivación que, lógicamente, influye en el desempeño de sus funciones’, destaca el secretario general de la asociación, Alberto Moya. Los guardias civiles cumplen con su ‘función en carretera, que no es otra que evitar accidentes y auxiliar al ciudadano’, dice la AUGC.
Molestos tras las palabras del responsable de la DGT, Pere Navarro, tras el incremento de víctas en la carretera el prer fin de semana de agosto, los guardias civiles vuelven a recordar que ‘para evitar accidentes, lo que de verdad funciona no son las multas, sino la presencia preventiva de los agentes en carretera; el 75% de los siniestros se producen en carreteras secundarias, donde apenas hay agentes’, defiende Moya.
Por el momento la conclusión —menos multas igual a menos muertes— resulta alarmante para la DGT. Navarro, defiende que las ‘multas son necesarias, prescindibles para la seguridad vial, ya que a más multas, menos infracciones y accidentes’. Sin embargo, la realidad le contradecirle: una drástica caída de las sanciones y las cifras de muertes se han desplomado.
La AUGC aprovecha para criticar así el carácter recaudatorio de la Dirección General de Tráfico con gestos como que el 75% de los radares no estén situados en lugares peligrosos, ni tengan como misión reducir los accidentes, sino que ‘los colocan en las rectas más largas, donde el conductor aprieta el acelerador para poder adelantar y así le caen buenas multas’.
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