Es la regla del mercado. Cuando a uno le engañan debe colocar la mercancía con prisa, lejos de donde la compró, con discreción, sin miedo a renunciar a beneficios. Sólo de esa forma se consigue olvidar el hedor de la estafa. La vícta intenta a toda costa borrar el contacto con aquella materia presentada como excelsa y que un perito en seguros, con más nariz que un fox terrier le desveló como falsa, sepulcro blanqueado con la cal de la itación, descartes de una escuela en la que un grupo de alumnos más o menos brillantes intentaban itar la forma y los tonos del genio.
Lorenzo Sanz, descubierto en este Micromega como comprador apresurado de arte antiguo, vende buena parte de su colección. Quienes tengan curiosidad en la subasta pueden acercarse el 25 y el 26 de este mes de marzo a la sala de arte San Marco de Venecia, en el Museo de Ca’ Rezzonico. Los que tenemos compromisos de fin de semana que nos piden una tarde entre los canales, nos podemos conformar con echar un vistazo al lujoso catálogo de la casa en esta dirección: www.sanmarcoaste.com.
No todo lo que aparece en el libro es de Sanz. Lásta. El prero de los suyos lo encontramos mediado el folleto. Se titula “San Andrés en
En el catálogo hay más. En la parte final se consignan varios cuadros propiedad del empresario: un Yepes dudoso, un Arellano discutible, un Meléndez auténtico (el único con permiso de extación), y un Camprobín (“Naturaleza muerta con flores y una canasta”) que no lo es.
A pesar de que los saca más baratos, la suma de las pujas le puede dar a Sanz un líquido notable. Le vendrá bien. Da la sensación de que el ex presidente del Real Madrid quiere hacer caja. Quizá para afrontar con seguridad financiera los avales y los pagos mercenarios de la próxa campaña electoral madridista.
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