En la Tierra a domingo, diciembre 22, 2024

¿Cómo ayudarles?

Si hiciésemos una encuesta entre los escolares veríamos que muy pocos han tenido tiempo de disfrutar de una puesta de sol ni tampoco de perderlo mirando a las estrellas. Están cargados de horarios y obligaciones.

Una de las conclusiones a las que llega un estudio realizado la Universidad de Michigan sobre 3.586 escolares es que los niños tienen los mismos cuadros de estrés que sus padres y que el tiempo libre del que disponen ha caído del 45% al 25% en los últos diez años.

           

La depresión, una de las consecuencias del estrés continuado, afecta al 8% de la población infantil y el consumo de Prozac se ha multiplicado cuatro en un solo año.

 

           

Para ayudarles a prevenir las consecuencias de una exposición inevitable a situaciones de estrés escolar, personal, familiar, relacional…podemos poner en marcha estos consejos antes de que sea demasiado tarde.

 

            1. Debemos aprender a ponernos en su lugar.

Debemos intentar hacer un ejercicio de empatía y procurar entender la situación y las litaciones que puede tener nuestro hijo para resolverla. No debemos subestarle ser pequeño ya que el menos cambio contribuye a crearle tensión dada su falta de experiencia vital en general.

 

            2. Prestar atención a los síntomas.

Debemos de aprender a interpretar los síntomas de estrés infantil. En algunos niños se manifiestan en forma de dolores de estómago, dolores de cabeza o fatiga. Otros lo manifiestan en forma de tics y conductas repetitivas como morderse las uñas o tirarse del pelo, también vemos síntomas en los trastornos de la conducta alentaria y en los hábitos de sueño y de comtamiento.

 

            3. No programar el día.

No debemos programar en exceso a los niños. Debemos dejarles cada día tiempo para jugar a su aire, deambular a cielo abierto o reflexionar, que también lo necesitan. Procure levantar el pie del acelerador.

           

 

            4. Enséñeles técnicas de relajación.

Podemos practicar con ellos y también estularles o tratar de relajarlos mediante un masaje y procurar que haga ejercicio físico regular.

 

            5. No reprir la frustración.

Debemos enseñar a los niños a expresar su frustración. No debemos reprirles y, si podemos, darles ejemplo mostrándoles un modo adecuado de actuar frente a la frustración. Podemos permitir que griten contra una almohada o que corran hasta que se cansen y remita la ansiedad. Eso sí después conviene una charla para ver lo inútil de ciertas conductas frente a un problema. No nos ayudan en nada y nos piden centrarnos en buscar una solución adecuada.

 

6. Debemos evitar “contagiar” nuestro estrés.

Debemos procurar no transmitirles nuestras preocupaciones de adulto ni nuestras frustraciones y menos dar a entender que nuestra relación con ellos también es una fuente de problemas para nosotros. Eso les haría sentir muy mal. Hay que tener en cuenta que los niños se contagian fácilmente del estrés de sus padres.

 

7. Hablar.

Hable con ellos. A todos nos gusta que se interesen y nos pregunten. Sin avasallar, con interés y con respeto sus cosas, sus estudios, sus dificultades, sus amistades, él mismo… Enséñeles a exteriorizar sus sentientos y, sobre todo, apague la televisión.

 

8. Debemos estular las relaciones con otros niños.

Evitar que pasen demasiado tiempo frente a la televisión o con el ordenador o los video juegos.

 

9. Procurarles una alentación sana.

Vigile la dieta , en especial la ingestión de azúcar. Nada de comida basura.

 

10. Cultive el buen humor.

Aprenda a reírse. El humor compartido es una de las mejores terapias para aliviar las tensiones.

 

           

 

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