LATAM (01/11/04) Mientras en Chile y Venezuela los candidatos oficialistas obtuvieron la mayoría en las elecciones locales, en Brasil Lula Da Silva perdió el control de San Pablo y Porto Alegre, dos de sus Estados emblemáticos. En Uruguay y a pesar de que la izquierda ha ganado los comicios presidenciales prera vez, el estrecho margen obligaría a una segunda vuelta, según el Tribunal de Elecciones de este país.
Hace mucho tiempo que no se veían cuatro elecciones el mismo día en Latinoamérica, todas ellas en un cla de tranquilidad y cultura cívica que da muestra de la madurez democrática que vive el continente en estos momentos.
Chile, Venezuela y Brasil han renovado a sus autoridades locales en provincias, municipios y regiones, mientras que Uruguay renovó a su Presidente y autoridades parlamentarias. Los grandes ganadores de la jornada fueron los candidatos oficialistas de Chile y Venezuela.
En el prero de los casos, la coalición gobernante logró un 44,7% de los votos en las elecciones de alcaldes, casi seis puntos sobre los principales partidos de la oposición. Políticamente, este es un triunfo del actual presidente socialista Ricardo Lagos, que enfrenta con un buen respaldo ciudadano su últo año al mando del país, antes de las elecciones presidenciales de 2005. La oposición en tanto, agrupada en al Alianza Chile, esperaba un empate técnico que no se produjo.
En Venezuela en tanto, el discutido Hugo Chávez logró ganar las elecciones, aunque el marco de una abstención superior al 50%. Según datos oficiales, de las 22 gobernaciones el oficialismo retuvo 16, recuperó cuatro y perdió una, mientras que la oposición conservó una y ganó otra. Lo buena noticia, es que las elecciones se desarrollaron en un marco de tranquilidad y sin disturbios, luego del polarizado referéndum revocatorio de hace un par de meses.
En Brasil, el gobernante Partido de los Trabajadores (PT) sufrió un duro revés al perder estados claves para el proyecto social del presidente Lula da Silva. El PT no sólo perdió la intendencia de San Pablo, lo que de alguna manera se preveía. También fue derrotado en Porto Alegre, un ejemplo de permanencia partidaria en el comando de la intendencia a la que el oficialismo gobernaba desde hace 16 años.
Por un lado, los habitantes de Porto Alegre quisieron castigar a la burocratizada cúpula del PT haber cedido en su fuerza transformadora inicial. Una segunda densión es nacional, y remite a la profunda decepción en la ciudad con los resultados del gobierno de Lula da Silva.
Finalmente en Uruguay no hay nada claro. A pesar de que la coalición de izquierdas Frente Amplio, ha obtenido la mayoría de los votos y sus contrincantes reconocieron la derrota, el Tribunal Electoral de Uruguay informó que no se ha logrado la mayoría suficiente (la mitad mas uno de los votos emitidos) para gobernar.
La coalición de izquierda que prera vez gobernaría el país, tiene el 50,6% de los votos, pero aún faltan contabilizar 32.154 papeletas “observadas”, como se conocen las que deben ser sometidas a una revisión especial, lo que podría alterar este centaje. En el peor de los casos, la solución sería una segunda vuelta.










