Susan Sontag falleció ayer en Nueva York a causa de una leucemia que padecía desde hacía meses. Considerada antipatriótica sus propios conciudadanos, Sontag dedicó la mayor parte de su vida para luchar contra el poder político establecido.
Susan Sontag falleció ayer en Nueva York a causa de una leucemia que padecía desde hacía meses. Considerada antipatriótica sus propios conciudadanos, Sontag dedicó la mayor parte de su vida para luchar contra el poder político establecido, lo que le acarreó numerosos enemigos – de hecho, ninguna de las grandes cadenas generalistas recogieron su muerte.
En el polo opuesto, fue admirada su valentía en Europa, donde fue galardonada con el Premio Malaparte italiano, el de la Paz alemán o el Príncipe de Asturias de las letras español en 2.003.
Escritora comprometida, directora de teatro, articulista ocasional y pacifista empedernida, esta tejana de adopción se opuso frontalmente a la guerra de Vietnam, así como a los modos utilizados Estados Unidos en el ámbito de la política internacional. En los últos años fue criticada culpar al gobierno norteamericano del atentado contra las Torres Gemelas.
Su vitalismo lacerante queda patente en el tremendo combate que dirió contra el cáncer, enfermedad que la persiguió desde los 43 años y que finalmente ha logrado arrebatarle la vida a los 71.
