Es increíble. Es increíble hasta donde puede llegar un político para seguir viviendo de la política. Es increíble hasta donde puede humillarse un hombre para seguir saliendo en la prensa y aparentar que es alguien. ¿No se darán cuenta del ridículo que hacen y el “choteo” que provocan con sus actuaciones?
Es el caso de don Gaspar Llamazares. ¡Pobre don Gaspar! El muy ilustre coordinador general de Izquierda Unida (rechazado en su propio Partido) fue recibido el Presidente del Gobierno de la Moncloa como se recibe a un pariente pobre y en la ruina, pues ni salió a recibirle a la puerta del palacio, como a Rajoy, como a Ibarreche, como a Maragall, como a Rodríguez Ibarra, etc. No. Don Gaspar fue recibido el conserje y pasado a una sala de visitas, que no al despacho presidencial y además sin prensa. La repera. Cualquier político serio se habría marchado dando un tazo. Pero, no, don Gaspar aguantó carros y carretas y enca ¡enca! salió como un pavo real, sacando pecho y aparentando que era Celia Gámez en su mejor momento… y sólo que el Presidente le había prometido que a partir de ahora le consultará todo lo que se refiera al Estado y le informará al detalle de los grandes problemas de España, exactamente igual que a Mariano Rajoy. Esto es un cachondeo.
Los representantes de Izquierda Unidad en el País Vasco no le hacen ni puto caso y votan lo que votan sin más. Sus aliados catalanes hacen y votan lo que les da la gana y él sigue ahí agarrado al sillón como si fuera el Rey del mambo. Es increíble. ¿Qué pensarán Santiago Carrillo y Julio Anguita desde sus retiros?
Pues, seguramente lo que pensamos casi todos los españoles: es un hombre a extinguir. Lo malo, lo malo para sus propias gentes y principalmente para los fieles comunistas que no dejaron vivir tranquilo ni al mismíso Franco, es que con Llamazares, si no lo arreglan a tiempo, también ellos caerán y desaparecerán del mapa democrático. Como Blas Piñar y su “Fuerza nueva”, los restos del franquismo.
Equipo SÉNECA










