No interrumpir, cuidar los gestos del cuerpo, preguntar bien, tomarse tiempo… ¡y ser discretos! El diálogo requiere un esfuerzo.
No interrumpir y tener paciencia.
Esto vale para todas las edades, desde que casi no saben hablar, pero nos quieren pedir algo, hasta el adolescente que nos quiere contar un problema o una alegría y lo hace de una forma acalorada. Por ejemplo, nos están explicando algo y nosotros nos preocupamos más de la forma gramatical que están empleando que del contenido de lo que nos dicen y de sus sentientos; mal haríamos sí corrigiéramos la gramática a media explicación que quizás turbaríamos la espontaneidad.
Cuidar el lenguaje no verbal.
La mirada y el gesto ocupan un papel prordial. Mirar a los ojos de nuestro hijo y aprobar afirmativamente con el gesto para anar y demostrar que nos interesa lo que nos dice. Con la mirada de los padres se puede demostrar interés y afecto y descubrir, en la de los hijos, todo su estado de áno. Mirada y gesto establecen la complicidad de la amistad y de la confianza mutua.
Saber preguntar.
Conviene hacer una pregunta de manera positiva para asegurarnos de que nos enteramos y entendemos lo que nos dicen; también sirve preguntar para captar el nivel que tienen de comprensión del tema que sea y, lo tanto, adelantar informaciones sobre sexualidad, diversiones, adicciones a juegos, “chats”, Intet, etc. aprovechando los momentos de ocio y tranquilidad para tener estas conversaciones y dar información y criterios a seguir.
No demostrar prisa.
Para los hijos es muy tante que demostremos un interés sus cosas; tenemos buenos momentos para comunicarnos sí los sabemos aprovechar aunque la experiencia nos diga, que el ”momento” del hijo, quizás no coincide con el nuestro. La atención a las personas de nuestra familia es siempre nuestra prera y más amable responsabilidad.
Vivir la discreción.
Muchos hijos adolescentes se quejan de que los padres cuentan a los demás las cosas íntas que les han confiado. Seguro que los padres no actuamos con mala intención al hacerlo, se puede hacer o para vanagloriarse o para quejarse, pero se comprende que es un defecto que indica poca comprensión y respeto para los sentientos de los hijos.
Para finalizar incluos esta frase de André Frossard para nuestra reflexión: ”Miramos la ventana el bullicio la calle y nos olvidamos de alguien que está a nuestro lado y necesita nuestra compañía”.










