Lo que está pasando en Cataluña (la locura lunática del independentista Carod Rovira, la ambición enfermiza de Poder de Maragall y ahora lo del desastre del Carmelo y el turbio asunto del 3% de las comisiones oficiales) me ha hecho recordar lo que un día me dijo el Honorable Tarradellas.
Fue en los preros meses de 1980 y cuando yo era Director del “Diario de Barcelona”. Creo que el día que cumplía 81 años. Tarradellas me invitó a desayunar, cosa que hizo en varias ocasiones en aquellos meses, y con la confianza que ya teníamos tras nuestras largas conversaciones sobre el “ritmo político” (que era nuestra pasión) y lo que fue la II Repúblilca, no se anduvo las ramas y me dijo:
“Amigo mío, le he invitado para que sea usted el prero en conocer mi decisión definitiva de no presentarme a las elecciones (serían en marzo). Le confieso que su artículo de ayer me ha hecho dudar… Pero ni así… (yo había sugerido que puesto que todos los Partidos decían en público que el Honorable tenía que seguir y él no quería presentarse encabezando ninguna lista en particular le presentaran todos de nº 1) ¡Ni así! Mire usted, amigo Merino, usted sabe muy bien, que usted conoce la Historia, lo que Cataluña vivió los terribles años de la República y la Guerra… y usted sabe la locura que aquí vivos. Companys perdió la brújula en 1934 y desde ahí nos arrastró a todos. Me he pasado casi 40 años en el exilio y vuelvo con el noble propósito de evitar que aquello se reproduzca ¿y qué me encuentro? Una clase política alocada y unos ambiciosos que se creen Companys y yo a eso no juego. Cataluña se merece otra cosa y yo no estoy dispuesto a revivir la tragedia de mi juventud. Esta gente está loca y Cataluña terminará otra vez mal, muy mal. Así que me voy a mi casa y punto. ¿Lo entiende?”.
No, confieso que entonces no lo entendí, pero ahora sí lo entiendo. La profecía comienza a cumplirse.
Julio Merino
