El tabaco comenzó su consumo hace siglos con carácter minoritario para pasar a convertirse en una atracción fatal para la mayor parte de la humanidad. Fumar estas hojas secas, ha pasado de estar bien visto socialmente, a estar perseguido la ley.
El tabaco comenzó su consumo hace siglos con carácter minoritario para pasar a convertirse en una atracción fatal para la mayor parte de la humanidad. Fumar estas hojas secas, ha pasado de estar bien visto socialmente, a estar perseguido la ley.
Y no es para menos ya que, según las estaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el tabaco es el responsable directo del 90% de la mortalidad cáncer de pulmón, tráquea y bronquios; del 75% de los fallecientos debidos a bronquitis, enfisema y asma; y del 30% infarto de miocardio, que se registra en los países desarrollados.
En el caso de España, el número de personas que fallecen anualmente como consecuencia del tabaquismo es de más de 46.000. De ellas, la mayoría son hombres, pero cada año la mortalidad femenina va en aumento. En la década de los noventa, en España se incrementó la mortalidad causa del tabaco en un 18%, aumento que es sensiblemente mayor en las mujeres (114%) que en los hombres (15%).
El tabaco es, sin duda, la principal causa aislada —y evitable— de mortalidad en nuestro país. Si comparamos la cantidad de muertes que produce con las originadas otras causas graves como los accidentes de tráfico, el consumo de otras drogas, el sida o los accidentes laborales, la magnitud e tancia de esta droga está muy clara.
Sin embargo, hay un dato esperanzador. Las últas encuestas afirman que nuestra juventud fuma cada vez menos. La cantidad de jóvenes de 12 a 14 años que han probado el tabaco ha disminuido, así como el número de jóvenes de 15 a 18 años que se declaran fumadores habituales. Pero no nos engañemos, todavía hoy son numerosos los jóvenes y niños que fuman diariamente en nuestro país, siendo estas edades críticas, pues es aquí cuando comienza la adopción de este mal hábito.
No sabemos si las soluciones a los problemas que genera esta droga aceptada socialmente son conocidas, pero lo que sí sabemos es que no son fáciles de desarrollar los siguientes motivos:
Es una droga fácil de adquirir y consumir. En nuestro país la venta de tabaco a menores de 16 años está prohibida e incluso hay comunidades autónomas que han aumentado el límite a los 18 años. Pero existen 16.000 estancos, 150.000 maquinas expendedoras situadas en lugares públicos. La venta es legal en bares, restaurantes, supermercados, hipermercados, centros de alentación, etc. Se calcula que hay un punto de venta de tabaco cada 325 españoles. Con esta cantidad tan desorbitada de puntos de venta ¿Hay alguien que piense que los jóvenes y niños no tienen un acceso fácil al tabaco? Una solución podría ser que el punto de venta sea exclusivamente en los estancos.
La demanda de cigarrillos va ligada en parte al precio de los mismos. Se ha estado que, cada incremento de un 10% en el te de una cajetilla de tabaco, se reduce la demanda en un 4%, siendo los jóvenes los más sensibles a este hecho. Además, España es el segundo país de la Unión Europea, después de Grecia con los precios de tabaco más bajos. De hecho nuestro país no alcanzó hasta 1995 el nivel míno de posición estipulado en las tres Directivas europeas de puestos sobre los productos de tabaco aprobadas en 1992, de obligado cumpliento a partir de enero de 1993. Según estas Directivas, los puestos sobre cigarrillos deben representar un míno del 70% del precio de venta al público.
Ante esto ¿qué soluciones podemos atar? La prera debería ser el aumento del precio del tabaco, ya que está comprobado que de esa manera disminuirá la proción de fumadores. En segundo lugar, para evitar los problemas estructurales, se debería excluir el tabaco de la lista de productos que se utilizan para calcular el IPC, de modo que el incremento de precios del tabaco no tenga efectos negativos sobre la política económica.
El Parlamento Europeo ratificó a finales de los 90 la Directiva sobre la publicidad del tabaco. Sin embargo, cuando la mayoría de los gobiernos de la Unión Europea ya han adecuado la legislación del país a esa Directiva de obligado cumpliento, en España aún está todavía en elaboración.
A pesar de estas restricciones legales de los diferentes gobiernos, las compañías tabaqueras siguen invirtiendo en publicidad. El qué es fácil de explicar. Según la OMS las compañías pierden más de 8.000 compradores/día, sumando los que dejan de fumar con los que muere prematuramente causa de tabaco, lo que tienen que buscar nuevos clientes. Y ¿dónde los buscan? En los sectores que menos fumadores hay, jóvenes, niños, población con pocos recursos económicos.
Además de ser un producto peligroso para la salud, el tabaco es una droga que genera dependencia. Existen tres hechos científicamente contrastados a tener en cuenta en el consumo de tabaco y la salud que son: el riesgo para la salud que ocasiona el tabaco en la persona que fuma; el peligro que corren aquellos que, sin hacerlo directamente, se ven obligados a respirar el humo ambiental del cigarro y, finalmente, el hecho de que sea una droga que genera dependencia.
En España, la normativa de espacios sin humos es adecuada, pero es fácil observar centros sanitarios con profesionales fumando, educadores en colegios fumando, etc. Hay que insistir en la necesidad de respetar los derechos de cada uno y el viejo lema de “que mi libertad comienza donde termina la libertad del vecino”.
Muchos son los españoles que intentan dejar esta droga legal, y algunos lo consiguen. Pero y el Estado ¿financia ayudas para que los fumadores dejen de serlo?
Algunos tratamientos son costosos, ya que no se trata sólo de comprar medicamentos o chicles de nicotina, sino que también es necesario un apoyo psicológico, social y familiar y esto es bastante caro.
Por ello hay que insistir en la necesidad de respetar los derechos constitucionales: el derecho a la salud, a la información veraz, a un medio ambiente saludable y el derecho de la infancia y la adolescencia a crecer en una sociedad libre de presiones al consumo de una determinada droga.
A pesar de que muchos fumadores están en contra de las advertencias sanitarias en el etiquetado del tabaco, esta información es veraz y necesaria, para que la gente sepa las consecuencias del tabaco.
En España se ha empezado un largo y duro camino que es evitar que la población muera a causa de esta droga, reconocer la necesidad de garantizar el derecho que tienen todos los ciudadanos a elegir, estar informados y respetar la salud. Garantizar el derecho de todos a optar un medio ambiente adecuado, evitar la publicidad nociva del tabaco sobre la población y el respeto de los derechos de las personas que no fuman.










