Por lo que hemos podido comprobar, el mundo de las Relaciones Públicas es el paradigma del célebre refrán “en casa del herrero, cuchillo de palo”. Weber Shandwick, destacada agencia a nivel mundial, adolece de lo único de lo que una compañía de su sector no puede carecer: falta de comunicación. Muchos han sido los despropósitos que nos han llevado a plantear un debate aún latente en la profesión: ¿cuidan las agencias su propia agen de cara a los medios? Según parece, la respuesta es no.
Todo ha comenzado con una nota de prensa, como otras muchas que llegan decenas a nuestra redacción diariamente. En concreto, se trataba del nombramiento de Jorge Peidró como director de la oficina de GCI Ágora Madrid. Hasta ahí todo normal… si no fuera que abandonó su cargo como Director de la Unidad de Formación de Portavoces, Gestión de Crisis y Proyectos Especiales en Weber hace dos meses, tras cuatro años de servicio en la empresa.
A raíz de esta baja encubierta, nos enteramos de que los pupilos de Miguel López Quesada se han trasladado de oficina, concretamente al Paseo de la Castellana 135, Edificio Cuzco III. Digo esto que creo que nadie se había enterado… ya que no se han tomado la molestia en comunicárselo a los medios (según contamos en PRNoticias, se valoró el traslado a las oficinas de Juan Cruz Más…).
Parece ser que la comunicación corativa es una asignatura pendiente en la compañía dirigida Harris Diamond: prueba de ello es que el responsable de relaciones con los medios sea un cargo rotatorio, un marrón vaya, para quien le toca, puesto que lo tiene que compaginar con sus atribuciones cotidianas… ¡que enca está tipificado como acciones de márketing!
Este oscurantismo queda reflejado en otras acciones incomprensibles en ocasiones, pero que en Weber parecen ser prácticas habituales, como la no notificación de las nuevas cuentas o la parsonia de los directivos a la hora de aprobar acciones de comunicación con los medios.
Lo cierto es que la baja de Peidró dará mucho que hablar: prero, que es un profesional de valía contrastada, que ofreció un magnífico servicio a la compañía (ha sido el prer y único director de la anteriormente mencionada división, que cierto ha desaparecido arte de magia de la web de la agencia) y en el que López Quesada tenía depositada una gran confianza.
De estas líneas se desprende los siguientes interrogantes: ¿Qué ocurre en Weber que sus directores deciden marcharse a proyectos de menos renombre (en este caso, GCI pertenece a Grey, pero como tal no está muy posicionada en el sector de consultoría)? ¿Qué gana esta agencia, que se jacta de ser la mayor a nivel mundial (que no en España) con esta desastrosa política comunicativa?










