A pesar de los nuevos avances terapéuticos, el dolor sigue siendo un gran desconocido tanto en España como en el resto de países. Esta es una de las preras conclusiones que han ofrecido los expertos reunidos en el marco de la 5ª Semana Europea contra el Dolor que comenzó el lunes y finalizará el próxo domingo, y cuyos resultados prelinares se ofrecieron ayer.
A pesar de los nuevos avances terapéuticos, el dolor sigue siendo un gran desconocido tanto en España como en el resto de países. Esta es una de las preras conclusiones que han ofrecido los expertos reunidos en el marco de la 5ª Semana Europea contra el Dolor que comenzó el lunes y finalizará el próxo domingo, y cuyos resultados prelinares se ofrecieron ayer.
Al acto, celebrado en la sede madrileña de

De izquierda a derecha: Dr. Emilio Blanco, Sra. Ana María Puente, Dra. María Madrigal, Dr. Carlos Barutell
De la mano de
“El dolor sigue siendo un gran desconocido, tanto en Europa como en todo el mundo. Existe un infradiagnóstico y un infratratamiento, a pesar del satisfactorio arsenal terapéutico que existe en estos momentos. Sería deseable mejorar la asistencia sanitaria que reciben estos enfermos y una prera solución sería crear Unidades de Dolor”, manifestó el Dr. Barutell.
La falta de formación específica del personal sanitario, de información de los propios pacientes y de sus familias contribuye a que un alto centaje de personas con dolor crónico no esté recibiendo el tratamiento adecuado. Sólo el 27% de los españoles con dolor llega al especialista.
“Entre el 40 y el 60% de las consultas de Atención Preria se centran en el dolor. Es fundamental intensificar la relación entre médico y paciente y, también entre el médico de familia y el especialista. Existe una evidente desinformación en todos los estamentos que atañen a la sanidad”, añadió el Dr. Blanco.
Las estadísticas anuncian que viajamos hacia una sociedad profundamente envejecida, un mensaje que debe ayudar a valorar la tancia de tomar conciencia sobre una problemática evidente: 1 de cada 2 adultos en edad avanzada padece dolor persistente y como míno, cada segundo un europeo mayor de 65 años, está sufriendo dolor crónico.
El dolor neuropático afecta al 20 ciento de los pacientes diabéticos, el 25 ciento de las personas con herpes zoster de más de 50 años, el 20 ciento de las mujeres que han sufrido una mastectomía y el 33 ciento de los enfermos de cáncer, según recientes estudios
Este tipo de dolencia se produce como consecuencia de un daño o trastorno en el sistema nervioso debido a enfermedades, otro lado, muy comunes, como son enfermedades metabólicas como la diabetes, infecciones como el herpes zoster (“culebrilla”) o el VIH (Virus de
Este tipo de dolor es el que más retos presenta en cuanto a su tratamiento y, además, es el que mayores costes asociados lleva consigo, pues produce un gran pacto negativo en la calidad de vida de quienes lo sufren. Suele acompañarse de otros trastornos como dificultad para dormir en un 70% de los afectados, depresión en un 30% y ansiedad en un 25%.
Todos estos agravantes, acompañados del deterioro funcional del paciente en sus actividades laborales, sociales, recreativas, cuidados personales, estado de áno, etc, así como de la significativa intensidad que puede llegar a alcanzar, hacen que 1 de cada 6 pacientes reconozca que su dolor le había llevado a desear su propia muerte.
Según datos mostrados el Dr. Barutell, en España existen 4,5 millones de pacientes con dolor crónico, estándose que, aproxadamente, la mitad de ellos tienen un componente neuropático. Ello plica que en España la cifra estada de pacientes con dolor neuropático sea de unos 2 millones de personas.
Según
Como muestra el estudio REC (Registro Etiológico y de Costes del Dolor neuropático en España), promovido
La principal diferencia del análisis de costes es que en unidades del dolor se hace un mejor uso de la medicación específica para el tratamiento del dolor neuropático, más cara pero más efectiva, como demuestra el hecho de que ese mayor gasto en medicación se vio compensado con una menor utilización de recursos asistenciales (revisiones no programadas, visitas a urgencias, hospitalizaciones, etc.), que en atención no especializada en el tratamiento del dolor.
“Todos estos costes (personales, sociales y económicos) se podrían evitar con un correcto diagnóstico y tratamiento. Y conviene hacerlo cuanto antes, pues ahora aparecen nuevas opciones terapéuticas que contribuyen a mejorar la calidad de vida del paciente”, agrega el Dr. Barutell.










