En la Tierra a jueves, diciembre 18, 2025

Nuevas Aproximaciones al Síndrome Metabólico

​ ​​​​La esteatosis hepática no alcohólica, enfermedad crónica caracterizada la acumulación de grasa en el hígado, es una manifestación del Síndrome Metabólico, según explican los expertos reunidos en el 8º Sposio de la Fundación Lilly “Nuevas Aproxaciones al Síndrome Metabólico”. Además, una rápida intervención ante el hígado graso puede ser clave para mejorar los aspectos del proceso de resistencia a la insulina y puede repercutir favorablemente en el conjunto de enfermedades cardiovasculares.  

 

El hígado graso no alcohólico (esteatosis hepática no alcohólica) consta de diferentes fases, la más leve se caracteriza la acumulación de grasa en este órgano y en sus fases más avanzadas, se produce una inflamación del hígado (esteatohepatitis) que produce las mismas lesiones que la ingestión prolongada y sostenida de alcohol. Por lo tanto, y según el doctor Ricardo MorenoOtero, jefe del servicio de Gastroenterología y Hepatología del Hospital de la Princesa, “el hígado graso no alcohólico es una enfermedad potencialmente agresiva, con grave riesgo de evolucionar a cirrosis y, en algunos casos, el paciente puede sufrir las consecuencias de la enfermedad hepática final, como las complicaciones de la cirrosis y el cáncer de hígado”.

 

En los países desarrollados, el hígado graso no alcohólico y sus consecuencias se han convertido en la tercera causa más frecuente de enfermedades hepáticas, detrás de la hepatitis C y de los daños producidos el alcohol, afectando a más de la mitad de la población obesa.  Según afirma el doctor MorenoOtero “la causa más frecuente de lesiones hepáticas es el hígado graso no alcohólico asociado a sobrepeso y obesidad”.

 

 

En este sentido, la incidencia de esta enfermedad puede alcanzar entre el 60 y el 80% de la población femenina con obesidad mórbida, diabetes tipo 2 e hiperlipemia.

 

El Síndrome Metabólico incrementa el riesgo de padecer hígado graso no alcohólico al intervenir en su desarrollo factores como la resistencia a la insulina, y la alteración del metabolismo de la grasa con depósito de triglicéridos que produce estrés oxidativo y estula el proceso inflamatorio, especialmente a través de un aumento de las citocinas como el TNFa.

 

Al igual que con la hepatitis C, la esteatosis hepática no alcohólica no muestra síntomas ni signos de enfermedad hepática y los pacientes con depósitos de grasa en el hígado registran inicialmente unas pruebas de función hepática normales y, sólo cuando la enfermedad progresa a cirrosis, se detecta el fallo hepático y los trastornos asociados a la hipertensión tal. En opinión del doctor MorenoOtero, “la determinación de un hígado graso se realiza descartando la ingestión de alcohol o la presencia de infecciones de tipo vírico en la alteración hepática, controlando los tres parámetros del sistema metabólico triglicéridos, colesterol y glucemia y contrastando los resultados mediante ecografía y biopsia”.

 

En el hígado graso no alcohólico, al igual que en el resto de patologías vinculadas al Síndrome Metabólico, el estilo de vida actual en el que predominan el sedentarismo y la ingestión de grasas saturadas induce de forma significativa la creación de insulinoresistencias e incremento del riesgo de enfermedades cardiovasculares. Así, según afirma el doctor MorenoOtero “la prevalencia de hígado graso no alcohólico aumentará en los próxos años, debido a las pandemias de diabetes y obesidad. De hecho, se esta que en las próxas décadas el 80% de la población de los países desarrollados podría padecer este trastorno hepático y, lo tanto, las otras consecuencias sistémicas del Síndrome Metabólico”.p>

 

 

 

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