Los ministros de Exteriores y Defensa intentaron poner fin a su crisis particular con una demostración de clara ‘afectuosidad’. Durante varios minutos y ante todas las cámaras posibles, Bono y Moratinos se abrazaron, se tomaron de las manos y se dedicaron un sinnúmero de sonrisas. ¿Alguien se habrá creído este montaje?
Los ministros de Exteriores y Defensa intentaron poner fin a su crisis particular con una demostración de clara “afectuosidad”. Durante varios minutos y ante todas las cámaras posibles, Bono y Moratinos se abrazaron, se tomaron de las manos y se dedicaron un sinnúmero de sonrisas. Los secretarios de Estado no encontraron mejor manera de lar sus asperezas, que actuar frente ante los medios. ¿Alguien se habrá creído este montaje?
Lo claro es que Moratinos y Bono tienen una capacidad de ficción ilitada. Estar de los pelos durante una semana para después abrazarse como nunca lo han hecho, es cuando menos extraño. La única explicación válida es una fuerte reprenda desde Moncloa, que no quiere tolerar más indisciplinas y señales de división entre sus ministros. En Presidencia saben que Bono y Moratinos no tienen la mejor de las relaciones, pero les han advertido que los asuntos de Estado están sobre todas las diferencias personales.
Del abrazo no hay mucho que decir. Splemente que fue de unos cinco minutos, en los que entre risas, sonrisas, abrazos y tomadas de manos, Bono y Moratinos hablaron de quien sabe qué, frente a todos los medios de comunicación posible. Por supuesto todos los periódicos y Telediarios han incluido las ágenes de la concordia, aunque pocos periodistas se creen esta repentina reconciliación.
Con todo, los servicios de Comunicación del Gobierno, nuevamente han demostrado estar totalmente pasados de moda y anclados en el pasado. N pueden pretender que nos creamos que Moratinos son amigos splemente que se abrazan en pública de la manera más evidente y obvia posible. Sobretodo después de lanzarse declaraciones cruzadas durante toda la semana. Quien haya ideado esta “estrategia” debería esforzarse un poco más tratar de hacer creíbles ciertas reuniones.
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