Este era el título del artículo en el que se enumeraban algunos de los problemas del sector de la comunicación y a partir del cual nuestros lectores han expresado sus inquietudes.
‘Año nuevo, vida nueva’. Durante estos días, muchos habrán pronunciado estas palabras cargadas de esperanza y buenas intenciones. Algunos intentan dejar de fumar, otros tener hijos, terminar de pagar la hipoteca, cambiar de trabajo, irse de vacaciones al Caribe…Por eso, desde Precomunicación queremos que nos enviéis vuestras propuestas acerca de lo que le pedís a 2006 para el mundo de la comunicación. Aquí os dejamos nuestras propuestas…
Este año arranca con la ley de Publicidad y Comunicación Institucional, que entrará en vigor antes de que comience febrero, y con ella vendrá una brisa de esperanza para aquellas agencias que hasta ahora no se han visto favorecidas durante los concursos públicos. Respaldada unos, menospreciada otros, sólo el tiempo dirá si los buenos propósitos con los que nacen son suficientes para obtener el respaldo del sector.
Precisamente, el asunto de los concursos, tanto públicos como privados, seguirá siendo uno de los principales caballos de batalla de la profesión: remunerar a las compañías participantes, incluso si no son seleccionadas o mayor transparencia a la hora de convocar los concursos deben dejar de ser queras para convertirse en realidades palpables.
Otro deseo de cara al nuevo año que empieza puede ser también el hermanamiento del un sector tan complicado como es el de la comunicación, con intereses y compañías tan dispares. A pesar de las diferencias y las categorías, todos debemos remar en la misma dirección, que estamos en el mismo barco. Da igual que seas grande, mediano o pequeño: lo que es bueno para la mayoría también lo es para ti.
En este sentido, la precariedad laboral presente en el resto de profesiones se acentúa en la nuestra, donde la media de permanencia en una empresa es tan baja que asusta. Trabajar bajo condiciones leoninas no beneficiará ni a la empresa ni al cliente para el que trabajes, que una persona descontenta es sinóno de apatía y una fuente potencial de problemas.










