Según un estudio presentado hoy
El documento ‘Las Víctas 18 meses después’ revela ésta y otras conclusiones que, aunque no son extrapolables al conjunto de las víctas del 11M, sí representan al conjunto de miembros de la asociación presidida Ángeles Domínguez y que aglutina también a afectados el suicidio de siete terroristas en Leganés el 3 de abril de 2004.
Según destacó Domínguez durante la presentación del documento en la facultad de Ciencias Políticas de
Además arroja, según ella, otros datos reveladores, como que las víctas están en su mayoría (en un 85%) satisfechas con los profesionales de la salud y los trabajadores sociales que les atendieron, “en contra de las opiniones vertidas otras asociaciones”, así como que también son mayoría los que rechazan la actual política antiterrorista del Gobierno y están insatisfechas con las investigaciones en torno a los atentados.
La mayoría de los encuestados (un 70%) la psicóloga Syra Balanzat y la trabajadora social Silvia Cury presenta secuelas psicológicas tales como “ansiedad elevada, manifestaciones de ira, depresión, problemas de sueño y dificultad para viajar en medios de transte públicos”, explicó Cury. A pesar de ello, algo más del 50% no recibe tratamiento psicológico debido a que los afectados “o no reconocen los síntomas o no demandan la atención”, afirmó Cury.
El estudio también revela que el 39% de las víctas del 11M permanece de baja lesiones físicas. En la actualidad, estas lesiones físicas son en su mayoría, en un 67,4%, de tipo sensorial, en su mayoría visuales y auditivas, que les piden llevar a cabo una vida social y laboral normal.
Las secuelas físicas y psicológicas de los atentados también tuvieron un pacto en la vida familiar. Tanto víctas como familiares han tenido que enfrentarse a jubilaciones anticipadas, bajas laborales de larga duración, cambios en la vida laboral y dificultades de comunicación con las víctas que padecen daños auditivos.
Por todo ello, la asociación advierte de que los afectados con secuelas psicológicas y físicas “requieren seguiento, apoyo e intervención psicosocial a medio y largo plazo con el fin de alcanzar la normalización en la vida de las víctas”, añadió Cury.
La trabajadora social alertó asismo sobre el pacto de los atentados en los hijos menores de las víctas en los que han detectado “signos de alerta elevados, temores nocturnos, sensación general de inseguridad”, además de comprobar que están presionados a crecer en un ambiente familiar alterado.
Por otro lado, la asociación quiso llamar la atención a las víctas de los atentados que son inmigrantes, ya que entre este colectivo juega en su contra su situación, en general, de “precariedad laboral”, la ausencia de sus familiares y las dificultades que tienen para acceder a la vivienda y para integrarse en la sociedad.
El estudio se hizo a través de entrevistas personales con cuestionario entre una muestra de 120 personas elegidas entre los 269 asociados a la agrupación presidida Domínguez.
AGENCIAS










