En la Tierra a jueves, diciembre 18, 2025

LA TERMINAL

Temo los aeropuertos. Siempre que voy a coger un avión me asalta el pánico a quedar ingresado en su tierra de nadie. No he visto “La Terminal”. Me basta con la promoción para sufrir la desazón de Tom Hanks, y el ardor de estómago una dieta  rica en Ketchup y miniaturas de menú. Las salas, los autobuses, las pistas con sus calles marcadas, y los aviones parados lejos de los edificios están llenos de posibilidades dramáticas. La últa vez que subí a bordo despegamos con hora y media de retraso. El piloto dijo que el aparato se tenía que descongelar. Supongo que utilizaron nuestro calor humano para acelerar la termodinámica. Las dos italianas de las filas de al lado hicieron la espera más breve. Por su calor.  

 

Por este síndrome he querido estar lejos de Barajas en estas horas de traslado en fin de semana.  No han hecho caso de Ignacio de Loyola: “En tiempos revueltos no hacer mudanzas”.  He viajado a Murcia en coche. He vuelto también al volante.  Ayer fui. Fui a Barajas, de visita, como el turista que contempla el caos como una atracción exótica.

 

Y estaba allí, allí seguía: confusión, autocares sin destino, destinos sin pasajeros, pasajeros sin tarjeta aferrados a su maleta como a un salvavidas en medio del mar, incapaces de contemplar la belleza de los arcos, como el náufrago que no percibe la inmensa perfección de las aguas.

 

Con su verbo verdulero la ministra de Fomento le echa la culpa al metro de Aguirre, que es como reñirle al ahogado no llevar  bañador de lycra  bajo el traje. Su verborrea metálica y desinhibida está a tono con lo que se lleva.  El mismo día nuestro Zapatero le ha pegado la bronca a un dibujante danés. Firma la reprenda con el turco Erdogan. La pareja puede responder a partir de ahora al acróno Rodrigán, embrión de una alianza que carga las culpas de los alborotos hiperbólicos de los musulmanes sobre un autor de viñetas que hace cinco meses tuvo la ocurrencia de perfilar al profeta con turbante explosivo. Rodrigán ha descubierto la moral como argumento de comprensión de la furia musulmana. Mientras, los aliados de las civilizaciones preparan su armamento nuclear, para hacer sus dibujos. Y el presidente sin enterarse, ha sacado billete para el perio otomano y le han metido en un autobús que dice Benidorm. La Terminal, metáfora de tantas cosas. Ojalá que Barajas se arregle pronto. La Terminal de  Barajas, metáfora de una España  que no sabe dónde va.

 

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