En la Tierra a miércoles, diciembre 17, 2025

LA AMBICIÓN

Mi correo electrónico me anuncia que Te dedica su últo número a la ambición: “The secrets of ambition” y corro a la esquina en busca de un ejemplar. Sé que un retaje de este tenor no lo encontraré nunca entre los semanarios españoles. Por eso quizá se han quedado viejos, sin prestigio intelectual, sin capacidad de sorprendernos y despertar nuestras ganas de leer y conocer. Cultivan la vista con hembras rotundas y tersas, agresivas en su manifestación, como aquella desnuda en una merienda en el bosque de un cuadro de Manet.

 

Dean Sonton, psicólogo de la Universidad de California, dedicado a estudiar a los genios, la creatividad y la excentricidad, piensa que la ambición es algo muy complicado. “La ambición – dice en Te – es energía y determinación. Pero también llama hacia unos fines. La gente con objetivos pero sin energía es la que se queda  en el sofá diciendo: algún día construiré una trampa para ratones mejor. La gente con energía pero sin objetivos claros gasta su propia vida pasando de un proyecto caótico a otro”.

 

En nuestra cultura la ambición tiene muy mala prensa. Al que sube hay que tumbarlo; el que pretende elevar la media debe ser derribado antes de que consiga su objetivo. Hoy España es un país  sin ambición, y tanto sin objetivos. Si acaso  hay ambiciones parciales, algunas culminadas con el éxito más rotundo: Botín es capaz de pulverizar todas las marcas y anunciar beneficios estratosféricos; Telefónica y BBVA disparan la bolsa; en Navarra  un centro de investigación, el CIMA, comienza a registrar patentes de sus descubrientos. Frente a esto se perciben sin embargo grandes zonas de dificultades. En Bolivia ha comenzado la paranoia de Evo Morales, un gobierno que ha entrado demasiado pronto en la espiral persecuciónreacción, y amenaza con no dejar piedra sobre piedra en un país  en el que nadie, ni dentro ni fuera, tendrá ambiciones que serán cercenadas el igualitarismo indigenista: que todos lleven el mismo jersey con un poco de suerte.

 

El nacionalismo no tiene ambición aunque parezca lo contrario. Se contenta  con tender  una frontera y sentarse a disfrutar  de lo que a su juicio, la vida y la naturaleza le han regalado. La ambición de  Zapatero es la de permanecer, no tiene otra. Para lograrlo ha acuñado el estilo del “como sea”, la adscripción a cualquier proyecto caótico que le permita seguir. La gran pregunta que debemos hacernos es: ¿tenemos un objetivo nacional? La respuesta es negativa. Durante mucho tiempo me han preguntado si la princesa de Asturias es una persona ambiciosa. Y siempre he dicho que sí, de una ambición legíta, honesta, la que nace de la necesidad de crecer y aumentar las propias capacidades.

 

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