Por su interés, reproducos el artículo firmado ayer domingo en el diario La liberalización ha muerto, viva la regulación. Más allá del traslado forzoso a Barcelona,
El letargo invernal que propició en
El salvoconducto otorgado a los móviles virtuales para que campen a sus anchas en los dominios de las grandes compañías es un ejemplo claro que desafía las expectativas de una negociación libre dentro de este segmento del mercado.
El exceso de reglamentación es un riesgo a provisionar en cualquier plan corativo y mucho que José Montilla enarbole el hacha de guerra contra el abuso de mercado, lo cierto es que la liberalización tampoco es una doctrina fundamentalista que deba partirse a mayor gloria de un supervisor ataviado de sumo sacerdote. Los experentos con gaseosa no funcionan en sectores maduros como las telecomunicaciones y, al final, el Gobierno siempre termina decantándose soluciones socorridas como es tender la alfombra roja a multinacionales foráneas que llegan a España arremetiendo contra el mismo proteccionismo en el que han nacido, crecen y disfrutan dentro de sus países de origen. A buenas horas se le ocurriría a César Alierta saltar los Pirineos para contrarrestar la cuota que France Telecom intenta ahora birlarle a domicilio aprovechando la anuencia del regulador. La multinacional gala es hoy hoy la bestia negra de la operadora española y su alargada sombra no solo cubre la frontera francesa sino que también está detrás de
La compañía española sólo puede acogerse, de momento, a esa flema británica que ha buido el espíritu corativo de Telefónica tras la compra de O2, lo que se traduce en el “wait and see” que dicen los ingleses, cuya traducción más castiza equivale a verlas venir.
En Telefónica no saben ahora cómo quitarse de enca el compromiso societario con el Grupo Prisa, que pretende esta vez consolidar los estados financieros de su filial Sogecable el método de integración global, aprovechando las nuevas Normas Internacionales de Contabilidad (NIC) que otorgan el control de una sociedad sin necesidad de asegurar una participación accionarial mayoritaria en el capital ni en el consejo de administración. Con sólo el 40% de la plataforma de televisión, el grupo de Polanco podrá duplicar de un plumazo su tamaño, tanto en volumen de activos, como en ingresos y ebitda, lo que el resto de accionistas minoritarios perderán toda referencia efectiva en Sogecable, quedando como meros inversores financieros. Es el caso de Telefónica, que verá rebajada su posición de socio fundacional al de sple comparsa distinguido con un 19% de las acciones, una participación cautiva y desprovista de todo atractivo, incluso con vistas a una posterior venta. He aquí las razones de fondo de la miniopa lanzada Prisa sobre el 20% de Sogecable. Las mismas que, en sentido opuesto, mueven a Telefónica para salir corriendo de la empresa que surgió tras la fusión digital. Si es que el jefe, claro está, no dice lo contrario.










