Algunos problemas de fracaso escolar tienen su origen en una mala visión del alumno. Hasta un 15% de los niños presenta defectos de visión. Estrabismo, hipermetropía, miopía, astigmatismo y ojo vago son algunos de los trastornos oculares más frecuentes hasta los 8 años de edad. Algunos son detectados ya en los preros meses de vida. De ahí, que los expertos aconsejen una prera revisión oftalmológica antes de que el niño cumpla el prer año.
Algunos problemas de fracaso escolar tienen su origen en una mala visión del alumno. Hasta un 15 ciento de los niños presenta defectos de visión. Estrabismo, hipermetropía, miopía, astigmatismo y ojo vago son algunos de los trastornos oculares más frecuentes hasta los 8 años de edad. Algunos son detectados ya en los preros meses de vida. De ahí, que los expertos aconsejen una prera revisión oftalmológica antes de que el niño cumpla el prer año.
Precisamente para dar respuesta a los problemas oculares, el Centro de Convenciones Norte de IFEMA, en sus instalaciones de
“No es posible que en una sociedad que exige tanto a los niños no se planten controles visuales más rigurosos en los colegios, tanto privados como públicos. Los controles de visión son muy elementales”, afirma Javier Cañamero, Presidente de Visión y Vida.
Los niños necesitan una segunda revisión al inicio de la escolarización, que coincide con los tres o cuatro años. A estas edades, el especialista puede atajar a tiempo o controlar adecuadamente aquellos defectos de visión que pudieran haber aparecido. Esta nueva revisión oftalmológica es clave para garantizar un adecuado rendiento escolar.
Señales para alertar a los padres
Para prevenir o solucionar posibles defectos visuales, se recomiendan a los padres observar algunos síntomas en los hijos que pueden ponerles en guardia, tales como:
- El niño comienza a torcer un ojo.
- Los guiña para intentar enfocar.
- Se acerca mucho a los libros y a la televisión.
- Los cambios en la coloración de los ojos deben ser consultados con un especialista.
Diagnóstico precoz
Los expertos coinciden en que el diagnóstico precoz es fundamental para atajar alteraciones como el ojo vago, que tiene fácil solución durante los seis preros años y cuyo tratamiento, el contrario, presenta menores índices de éxito si se realiza con posterioridad, pudiendo acarrear tantes pérdidas de visión en alguno de los ojos. Se esta que este trastorno afecta a cuatro de cada 100 niños.
El estrabismo constituye otra alteración que conviene detectar prematuramente para descartar la existencia de problemas secundarios, como malformaciones congénitas o lesiones tumorales.
Mientras para los miopes, el reto está en las largas distancias y leer la pizarra puede convertirse en una ardua tarea, para los hipermétropes, son las distancias cortas las que requieren un sobreesfuerzo, que puede provocar dolores de cabeza, picores en los ojos y visión borrosa, y les conducirá finalmente a dejar sus deberes para mejor ocasión.
Salvo la hipermetropía que, en algunos casos, puede disminuir con el creciento y llegar a desaparecer a lo largo de la infancia, el resto de los defectos de refracción, miopía y astigmatismo, son irreversibles y progresivos y exigen utilizar gafas para lograr una visión correcta.
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