DAÑOS ESTRUCTURALES

El frío se ha colado este fin de semana las grietas  de algunas declaraciones. No había manera de tapar las fugas. Por muchas toallas y periódicos que pusieras, el papel se doblaba de tal forma que dejaba a la vista los mismos entrecomillados, idénticas fotografías. Son síntomas de que la debilidad de un gobierno adornado las buenas intenciones ha provocado graves daños estructurales.

“Comprendo lo que dicen algunas víctas, pero mi responsabilidad es terminar con la violencia” (Zapatero, ABC). En síntesis lo que dicen “esas víctas” es que la paz no puede tener precio, que no se pueden conceder beneficios a quienes han matado, que no habrá avances políticos nacionalistas a cambio de que dejen las armas, que la violencia ha deslegitado cualquier reclamación nacional, cualquiera. Las víctas le dicen al Presidente que su principal responsabilidad no es terminar con la violencia sino defender la libertad, pues terminar se puede terminar de muchas formas, y algunas de ellas llevan aparejada la indignidad. Zapatero elude hablar de vencedores y vencidos, como si hubiera pasado las últas horas en la  compañía afable de Ibarreche. Mientras, Eta, erre que erre, insiste: que no les den un poco más de autonomía que ese precio no compensa dejar de matar.

“Que monten un colegio privado en castellano para el que lo pague, igual que montaron uno en japonés” (Arturo Mas, El Mundo) Hasta ayer ignoraba que la condición del español en Cataluña fuera a ser reducida a la del japonés, turista exótico, admirador de Gaudí, comprador compulsivo y formal, nada juerguista. Y el 12 de octubre la colonia española invitada a un cóctel con morcillas en la embajada, en alguna residencia decadente en las faldas del Tibidabo.  En el café, a mi  lado, un padre les lee a sus hijos la noticia. “Esto nos pasa gilipollas”, apostilla el progenitor. ¡Y luego dicen que con el pacto con Mas Zapatero se ha desplazado hacia el centro!

Las fotos que  el viento empujaba hacia adentro con furia de cuchillo eran las de las mareas separatistas de Bilbao y de Barcelona. Crecidos en su desafío reclaman más. Saben que el gobierno es débil y va a intentar evitar todos los conflictos, como sea. El últo entrecomillado dividió a la afición de la sala en dos grupos. Para unos se trataba de una mentira más de las muchas de este presidente que no merecos. Pero otros lo vieron como el prer S.O.S lanzado desde la Moncloa ante el embate de las olas y la amenaza de ruina general: “El gobierno y el país necesitamos al PP para  afrontar el fin de la violencia” (Zapatero, ABC)

Recuerden que el próxo día 25 las víctas han convocado a una manifestación para recordar que está en juego la libertad.