En la Tierra a jueves, diciembre 18, 2025

La ERC en España

La Enfermedad Renal Crónica es uno de los principales problemas de salud pública del siglo XXI.

La Enfermedad Renal Crónica (ERC) representa uno de los principales problemas de salud pública del siglo XXI. En España la insuficiencia renal oculta, según un estudio piloto llevado a cabo en la provincia de Orense, podría afectar a 4.425.000 adultos (un 12.7 ciento de la población), de los cuales 1.770.000 sufre el grado más avanzado de insuficiencia renal. Esta cifra la corroborar una cifra silar al 11 ciento obtenido la Encuesta de Salud del Instituto Nacional de la Salud de los Estados Unidos.

 

Según la doctora Guillermina Barril, médico adjunto del Servicio de Nefrología del Hospital Universitario de La Princesa de Madrid, “se podría hablar de una progresión en la ERC en la que el tratamiento renal sustitutivo (diálisis o trasplante) es el estadio final. En este sentido, tanto la prevención como la terapia adecuada pueden retrasar el curso de la enfermedad y mejorar las cifras de morbortalidad (fundamentalmente, de causa cardiovascular), de ahí la tancia que cobra la derivación precoz al nefrólogo y la comunicación fluida entre el especialista y la atención praria”. Cuando la ERC es muy avanzada se plantean las dos opciones terapéuticas disponibles para estos pacientes: diálisis o trasplante.

 

En la actualidad, más de 40.000 personas en nuestro país están en tratamiento renal sustitutivo (diálisis o trasplante), cifra que podría llegar a las 80.000 en los próxos diez años debido al envejeciento progresivo de la población y al aumento en la prevalencia de otros procesos crónicos como la diabetes mellitas, que puede llegar a causar insuficiencia renal crónica. De hecho, aunque la insuficiencia renal puede afectar a cualquier persona, diferentes causas, los diabéticos y los hipertensos de larga evolución y mal controlados son grupos de  riesgo elevado y los que deberían vigilar la función de sus riñones periódicamente desde estadios precoces, con el fin de retrasar la progresión de ERC y prevenir el riesgo asociado.

 

Opciones terapéuticas

Los riñones son órganos vitales encargados de elinar el exceso de líquido sobrante y los productos de desecho. También equilibran los compuestos químicos del cuerpo, ayudan a controlar la tensión arterial, en ellos se produce la eritropoyetina (hormona que estula la producción de glóbulos rojos y previene la anemia) y  se forma un metabolito activo de la vitamina D, necesario para evitar que los huesos se descalcifiquen. Hablaríamos entonces de Enfermedad Renal Crónica (ERC) cuando ya no pueden realizar sus funciones básicas debido a enfermedad o daño físico. Cuando esto sucede y dependiendo de la afectación, los síntomas podrán aparecer más o menos precozmente, pudiendo cursar en ocasiones sin sintomatología hasta que la enfermedad está ya avanzada, dificultando así el diagnóstico y tratamiento precoz.

 

Existen una serie de síntomas en estadios muy avanzados que clásicamente se han referido como consecuencia de la retención de toxinas que el riñón afecto no es capaz de elinar: “cansancio extremo, náuseas y vómitos, dificultad respiratoria, trastornos del sueño, hinchazón en la cara, manos y pies y pérdida de apetito”, explica la doctora Barril. La situación ideal es que el paciente llegue al final de la ERC con pocos síntomas gracias a un cuidado integral adecuado y que, ante esta situación, se les planteen a  los pacientes las dos alternativas: la diálisis y el trasplante.

 

Existen dos tipos de diálisis: la hemodiálisis y la diálisis peritoneal. Cada año unos 6.000 españoles tienen que iniciar un tratamiento de cualquiera de ellas, que pretende reemplazar al riñón y desempeñar las funciones que, su deterioro, no puede realizar. La prera de ellas consiste en un procediento mediante el cual la sangre se lpia fuera del cuerpo a través de su paso un filtro o dializador. De este modo, el líquido retenido y los desechos son elinados estableciéndose un circuito que depura la sangre de forma continua durante el tiempo de la sesión; que se realiza al menos 3 veces semana y dura cuatro horas.

 

“Sus principales ventajas radican en que pacientes de riesgo elevado están en una unidad con nefrólogos, y enfermeras que realizan un seguiento directo a lo largo de sus sesiones, el paciente puede disfrutar de días libres sin diálisis para realizar otras actividades y los dializadores pueden adecuarse en tamaño y características a las necesidades del paciente, con diferentes esquemas de tiempo y frecuencia.” destaca la doctora Barril, añadiendo que “en ocasiones este tratamiento puede realizarse desde casa el propio enfermo y en la actualidad gracias a los avances tecnológicos con una ayuda mína de un acompañante”.

 

Por otra parte la diálisis peritoneal utiliza el peritoneo (espacio en el abdomen) como filtro de diálisis. “Esta técnica consiste en introducir un líquido llamado dializante que durante unas horas hace el trabajo de filtrado y depuración, de tal manera que los productos de desecho del cuerpo se trasladan al líquido, que es extraído y sustituido uno nuevo”, explica la experta.

 

Únicamente el diez ciento de los pacientes en diálisis optan esta modalidad domiciliaria. El uso de la diálisis peritoneal es muy variable y si en algunas regiones de nuestro país supera el 20 ciento, en otras apenas se utiliza. Esta modalidad aumenta la autonomía del paciente, que controla directamente su tratamiento, no tiene que acudir a un centro de diálisis y tiene buena tolerancia.

 

Es tante destacar que salvo contraindicación médica las dos técnicas son complementarias y el paciente puede elegir y cambiar de tratamiento cuando lo desee.

 

“Cuidar es sinóno de educar”

Cuando un paciente es diagnosticado de una insuficiencia renal tiene que, además de cumplir su tratamiento farmacológico, modificar ciertos hábitos de vida. Conseguir este cometido depende, entre otras cosas, de la labor que realiza el personal de enfermería. Según Maricel Julve, presidenta de la Sociedad Española de Enfermería Nefrológica, “somos los mejor preparados para conseguir cambios en los hábitos de vida de los pacientes, sobre todo, que lo llevamos haciendo muchos años. Para nosotros cuidar es sinóno de educar”.

 

La labor educativa e informativa del personal de enfermería se dirige fundamentalmente a conseguir dos objetivos: un lado, concienciar al enfermo sobre la tancia del tratamiento médico. “El paciente debe tener claro que la medicación es tante y que le va a acompañar durante toda la vida. Debemos proponernos que sepa responder al qué de tomar la medicación, para qué sirve y cuando debe tomarla”, explica Julve. Por otra parte, el cambio de los hábitos dietéticos es un pilar básico para conseguir un control adecuado de la enfermedad. “Si logramos estos objetivos podremos ralentizar su progresión e, incluso, retrasar el tratamiento con diálisis”, destaca.

 

Del mismo modo, los pacientes deben conocer su enfermedad. Así, hay una serie de síntomas que tienen que aprender a identificar que podrían significar una descompensación o evolución de la Insuficiencia Renal: “el aumento de peso, una disminución de la diuresis, la presencia de ahogos, calambres, edemas y pruritos deben considerarse signos lo suficientemente tantes como para que el paciente sepa valorarlos”, ha concluido Maricel Julve.

 

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