La familia tradicional está compuesta : un padre, una madre, unos hermanos/as y uno mismo. Hay personas que añaden a su familia a los abuelos, los tíos, los pros… que al fin y al cabo son también sangre de tu sangre. Luego están los cuñados, los suegros, los concuñados, etc. que forman parte de la familia aunque no exista relación sanguínea.
Hoy en día, sin embargo, las familias ya no son lo que eran ni como eran antes. Ahora llamamos también ‘familia’ a una pareja de hombres o mujeres que adoptan o que tienen hijos; luego están las familias monoparentales, aquellas formadas tras el divorcio, la separación o la muerte de uno de los progenitores.
Y hablando de familia, el otro día un amigo me preguntó: ¿cambiarías a tu familia?
Mi respuesta automáticamente fue que nunca. Claro que yo me quedé muy sorprendido con la pregunta que me había hecho. Al llegar a casa le pregunté a mi hermano Nicolás, si la cambiaria algo. Él opinaba lo mismo que yo, dijo un rotundo NO. Pero a veces, dependiendo del día que tenga, del momento y de las circunstancias, mandaría a la familia a freír espárragos. Hay días que harías lo que fuera para te dejaran en paz y se fueran para siempre. Pero, en el interior de cada persona, hay un amor que siempre les unirá a sus familias.
Muchas veces se ha dado el caso de personas que, con 18 años, han tenido que elegir entre su familia adoptiva o su familia ‘verdadera’. Y eso tiene que ser muy duro. Pero el día que alguien decida que su familia no le gusta y elija una que le venga bien, la palabra familia se extinguirá que a cada instante las personas estarían cambiando de familia. Pero si somos más inteligentes y no ocurre esto, la palabra que nos ayuda a ser mejores personas no desaparecerá de nuestro vocabulario.
Todo está ver…
Lucas Aparicio Albert (1)
(1) Lucas Aparicio Albert tiene 14 años, estudia tercero de la ESO en el colegio Balder de Las Rozas en Madrid. A partir de ahora será uno de nuestros columnistas en PREducativa. Bienvenido Lucas.










