Muchos medios de comunicación continúan en sus trece ensalzando la política del ‘todo vale’ con tal de ganar un trozo de tarta publicitaria. La cúpula directiva de muchos medios de comunicación parecen olvidar la diferencia entre la publicidad y la propaganda política. En este caso la ética, la deontología y el sentido común parecen haber quedado en el baúl de los recuerdos. Faldón inferior a cuatro columnas en página par: manifestación de la Falange anunciada con lujo de detalles.
Muchos medios de comunicación continúan en sus trece ensalzando la política del ‘todo vale’ con tal de ganar un trozo de tarta publicitaria. La cúpula directiva de muchos medios de comunicación parecen olvidar la diferencia entre la publicidad y la propaganda política. En este caso la ética, la deontología y el sentido común parecen haber quedado en el baúl de los recuerdos. Faldón inferior a cuatro columnas en página par: manifestación de la Falange anunciada con lujo de detalles.
La noticia –que no es noticia, sino publicidad– salta esta mañana en la página 17 del diario Qué!, de Recoletos. El gratuito ha incluido un anuncio a cuatro columnas –ocupando aproxadamente una cuarta parte de la página– publicitando la manifestación que
Este hecho, sin embargo, parece sentar precedente. Movilizaciones como la celebrada en 2003 en contra de la entrada de tropas españolas en Irak, o la celebrada el pasado año en contra de los matronios entre homosexuales, no tuvieron eco en los medios de comunicación, más allá del mero interés informativo que suscitaron. El agravante del mencionado anuncio aparecido en el gratuito, que ya de sí puede suscitar polémica su sple inclusión, es precisamente la naturaleza del anunciante, una formación de ultraderecha con un marcado carácter antidemocrático.
El desempeño de un país democrático contempla la inclusión de publicidad política en época de campaña electoral. Este ejercicio, además, aparece regulado en la legislación vigente y está amparado además
Alentar políticas y juzgar gestiones ajenas no es competencia sino de los propios interesados: ejercicios sanos de autocrítica purifican las empresas. Lo que sí es asunto de todos los medios de comunicación social españoles es velar unos valores e intereses comunes que costaron conseguir y que, ni los unos, ni otros, pueden poner nunca en peligro. Esto es un riesgo que nadie se puede permitir.
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