Sr. Director:
Renfe, la gran compañía española de transte de viajeros, acaba de
inaugurar, con gran alharaca publicitaria en múltiples sotes, su nuevo
servicio de venta de billetes electrónicos a través de Intet “del
ordenador, al tren”, anuncian.
Como internauta que lleva ocho años comprando todo tipo de productos y
servicios en
Sigamos el viaje: la siguiente incomodidad es, paradójicamente, beneficiosa: durante el proceso de compra de un billete, el la web te obliga a introducir la mencionada combinación de letras y números cada vez que das un paso, de forma que aunque al principio te resulta tedioso, al final lo agradeces, que a fuerza de teclear la combinación de marras unas cinco veces, te la acabas aprendiendo.
No se apeen aún, que el periplo continúa: como es la prera vez que compro con esa tarjeta, Renfe se quiere asegurar de que yo soy quien digo ser, así que en esta prera compra me “invitan” a recoger el billete en papel en la estación, cosa que hago con mucho gusto tras esperar más de una hora de cola.
Ahora que escribo desde el tren, en donde supuesto no hay una red wifi desde la que poder enviar esta carta, disfruto mucho de este maravilloso trayecto, que paladeo con la ínta sensación de habérmelo ganado a pulso. “Vamos al futuro”, dice la compañía ferroviaria en sus anuncios; estupendo, señores, pues vayan cuanto antes, que sus clientes les estaremos esperando allí con mucho entusiasmo.
Pablo Herreros Laviña
Goodwill Comunicación










