Es verdad. El mundo avanza que es una barbaridad. Ayer, Mariano José de Larra se emborrachó de alegría el día que le hicieron redactor de un periódico y escribió unos de los mejores artículos de su corta vida “Ya soy periodista”. Hoy yo me estoy emborrachando de placer que ¡ fin! Me han dado la “Tarjeta de Residente” para poder aparcar en mi barrio. ¡Jo, macho! “Ya soy residente”. No había disfrutado tanto en los 48 años que ya llevo en Madrid.
Claro, que en casa del pobre pronto se acaban las alegrías, que ahora resulta que existen dos clases de colores (el verde y el azul). Se puede aparcar en el verde, pero no en el azul si no pasas la caja del parquímetro, que además no te devuelve el cambio y se lo embolsa. Lo que pasa es que como hay más residentes que plazas verdes, para encontrar una plaza de aparcamiento tienes que dar siete vueltas, sobre todo a las horas de la comida del mediodía y las noches. O sea, que mi gozo en un pozo. Naturalmente, la cosa tiene una explicación: a las verdes se les saca poco dinero y a las azules se les saca el triple. ¡Bendita recaudación! Alguien se debe estar forrando. ¿Quién o quienes habrán fabricado los famosos parquímetros! La modernidad puede aplastar a los modernos. Y luego quieren que no haya depresiones.










