…De cuando la región de Madrid era un gran bosque de madroños

¿Se aginan ustedes un Madrid en el que la hoy Plaza Mayor fuese tres lagunas, que lo que hoy es la Puerta del Sol, Callao, Plaza de España, Agüelles, Quevedo, Chamberí, la Castellana, Salamanca, Retiro y demás barrios fuese un inmenso bosque de encinas, pinos y madroños en el que abundasen los osos, las ardillas, los linces, los gamos? ¿Se aginan ustedes un río Manzanares lleno de truchas y salmones?… pues así era aquel “viejo Madrid” que conoció el más tarde Santo y Patrón de Madrid, Isidro el Labrador.

Aquel Madrid era el Alcazar y un puñado de casas que le rodeaban, todo encerrado dos recintos fortificados que habían mandado construir los árabes. La muralla exterior, según consta en los planes más antiguos, seguía este itinerario: salía de la Puerta de la Vega, donde hoy está la Hornacina con la agen de Nuestra Señora de la Almudena, salvaba subiendo y bajando la actual calle Segovia, torcía hacia el sureste la calle Angosta de los Mancebos y de la Redondilla, seguía entre la Cava Baja y la calle del Almendro, se enderezaba más al norte buscando la Cava de San Miguel, descendía entre las calles de la Escalinata y del Espejo hacia la Plaza de Isabel II de hoy y la parte de la Cuesta de Santo Domingo y doblando hacia el sur buscaba otra vez el ángulo del Alcazar. Esa muralla tenía cuatro puertas: Puerta de Moros, Puerta Cerrada, Puerta de Guadalajara (antepasada de la actual Puerta del Sol) y Puerta de Balnadú. O sea, un poblachón de más menos 1.000 habitantes.