Como un libro abierto. Lorenzo Milá (Barcelona, 1969) se explica con una comprensión y una claridad de ideas alejadas del estereotipo de presentador de informativos. Elocuente, sincero; y con la suficiente dosis de seriedad como para hacer creíbles sus pensamientos. Atento, amable, flexible y consecuente, como ha demostrado tantas veces. Es la cara amble y humana de los noticiarios. Más cerca del sofá que de la tele. Lorenzo Milá repasa junto a PRNoticias la guerra de los informativos,
Después de recoger un premio para la competencia… Eso demuestra, lo menos, buen rollo.
Llevo dos años recogiendo su premio –el de Matías Prats en
Matías, en este particular duelo, se lleva la palme, de momento. ¿Cuáles son las ventajas y los inconvenientes de estar en TVE, a nivel personal, a la hora de hacer méritos para tomar parte en este tipo de reconocientos?
Yo creo que las mismas. No hay apenas diferencias entre estar en Televisión Española o en una cadena privada. Lo que pasa que las privadas, sobre todo Antena 3, han elaborado un producto muy ‘hacinado’ de televisión comercial. Después de años de hacer informativos o híbridos, entre lo comercial y copiando a
Nosotros, en cambio, hemos entrado en una fase en la que la televisión pública tiene que hacer de pública. Damos muchos menos sucesos que hace tres años; hemos retirado contenidos atractivos pero propios de una pública, a juicio de este equipo; y eso significa que, a lo mejor, el telediario que haces es de calidad, pero te ven menos, que es menos entretenido. Es el precio que hay que pagar: pienso que la televisión pública ha de ser más sólida, más rigurosa… Y dar información, que a veces es árida y complicada, ¡pero hay que darla! No la puedes retirar informaciones más entretenidas sólo que aquellas no lo son.
La ciudadanía, frente a la televisión pública, siempre alberga la duda de si es el Gobierno quien pone los contenidos al Director General. ¿Cómo se puede cambiar esta creencia?
Sólo con el tiempo. Ahora estamos en una etapa en la que el Gobierno no interviene para nada en lo que hacemos. Eso te lo digo yo, y tú, probablemente, no te lo creerás, ni tú ni la gente que está en su casa, como tampoco me lo creería yo. Porque Televisión Española lleva muchos años a la sombra de los Gobiernos. En términos de contenidos informativos y en términos económicos, ya que eran los Gobiernos quienes aprobaban los presupuestos de RTVE. Entonces… ¿Por qué nos tiene que creer la gente? No hay ningún argumento para convencerles. El único es perseverar en esta fórmula. Con los años, la gente verá aquello que decíamos… ¡Y no te queda otra! Aquí hemos cargado con el lastre de un grupo asociado a los gobiernos y, poco a poco, con el trabajo diario, lento, demostrar gota a gota que esto ha cambiado. Pero, de entrada, tampoco puedes pedir a la gente que te crea. ¿Por qué te van a creer, cuando llevan 40 años viendo otra cosa?
Hablando de la televisión pública… Creo que resulta inevitable preguntarle
Pienso que el grupo tenía que haberse rediseñado, en términos de gestión, hace ya muchos años. Y tenía, además, que haber recuperado aquel modelo de financiación pública estable que el Gobierno del PSOE retiró en el año 83. Desde entonces, este modelo de financiación pública ha sido sustituido un permiso para endeudarse. Entonces… la deuda, ¿de quién es? ¿De la empresa, que permitió a los trabajadores endeudarse, o de los empleados? La deuda es una deuda ficticia. Si no se hubiera retirado la subvención en el 83, ahora no existiría esta situación de endeudamiento. Podría haber denuncias de mala gestión, pero no deuda. Porque el Estatuto de Radio y Televisión Públicas, que se dejó de aplicar aquel año, establecía que el Gobierno pagaba cada año la gestión del grupo.
Desde entonces, se ha ido acumulando la deuda de gestión de un grupo tan grande como este. En mi opinión, el grupo tiene que afrontar un rediseño de gestión. El grupo arrastra grandes vicios provocados una gestión anacrónica; tiene mecanismos profundamente oxidados otros no; arrastra una sobrecarga de agen pública erosionada que ha sido un arma arrojadiza de un gobierno y otro cuando están en el Gobierno y oposición… ¡esto se tiene que terminar! España ya es una democracia suficientemente consolidada como para merecer unos medios públicos dignos. Estamos en el momento de iniciar ese camino. Es el momento más amargo, y más complicado, el más: que dentro de un año, o de dos, los equipos de dirección que vengan se encontrarán un terreno mucho más cómodo. Alguien tenía que empezar.
Obviamente, la controversia viene de la mano con el plan propuesto
No, no se van a ir 4.000 personas. Hay una propuesta sobre la mesa, de una de las partes, que habla de un Expediente de Regulación de Empleo con esas densiones. Pero es una propuesta; aquí, lo que hay que hacer, es negociar. Hay que sentarse con otra propuesta e intentar dilucidar cuál es la mejor. Y ese proceso de seducción es un proceso largo. Lo hemos visto en un montón de reconversiones empresariales anteriores. No pasa nada, hay que asumirlo. En la tele hay mucha gente que lleva 30 y 35 años trabajando y que tiene muchas ganas de afrontar una etapa nueva en su vida. Habrá, que de forma inteligente y sensata, reconducir esta situación, partiendo de la premisa de que España merece una televisión pública sólida e tante, no residual. Yo creo que las cosas se están haciendo bien. Ahora bien, es muy difícil el camino. Y muy espinoso.
¿Puede llegar España a un modelo como el que puede existir en Reino Unido de autofinanciación sin publicidad?
No. De momento, no.
¿Se puede vivir sin publicidad en televisión?
Es lo que a mi me gustaría. Me hubiera gustado que esta fórmula, la ley que se aprueba en junio, hubiera establecido un canon como en Gran Bretaña. ¡Pero es muy difícil! Porque tú llevas cincuenta años de experiencia en la cual los españoles ven televisión gratis. Entonces, ¿ qué les vas a pedir dinero ese servicio? Una tele, enca, que cuando uno es Gobierno se dedica a manipular y, cuando es oposición, acusa de manipular. De esta forma, no es de extrañar que la opinión pública se haya formado una agen pésa de nosotros. Habría que encontrar, en definitiva, un punto intermedio… ¿Que no es el modelo ideal? Ya veremos cuál es y qué es lo que sale de ahí. Pero, lo menos, ¡alguien le pone el hilo a la aguja! Es que es muy tante comenzar este proceso. Si se hubiese hacho hace diez años, fíjate, ahora estaríamos hablando de otra cosa. Como en Portugal, como en Alemania, como en Francia… En Europa sólo quedamos Italia y nosotros. No puede ser, hombre…
El caso de Italia es especial…
Italia tendrá que entrar en










