Cuenta Lope de Vega que el niño Isidro aprendió a leer con el abecedario del “Christus” que decía así:
“El abecedario que los cristianos tenemos que aprender es el que dice que
A, que lo prero es amarle;
B, que hay que bendecir su santo nombre;
C, que es un Dios y tres personas;
D, que Dios es uno en sustancia;
E, que de su entendiento fue su palabra engendrada;
F, que
G, que a la gloria irá quien culpa sus mandamientos;
H, que quien le honra se honra;
I, que el infierno es el destino de los malos;
J; que Jesús está enca del cielo, de la tierra y de sus mares;
L que
M, que María Virgen fue sacrosanta Madre;
N, que nunca se le debe ofender;
O, que el odio nunca debe anidar en el corazón;
P, que hay que querer al prójo como a nosotros;
Q, que querer es hacer;
R, que la religión es de todos;
S, que siendo señor los esclavos sufre;
T, que al final todo se acaba;
V, que la vida eterna con buenas obras se gana;
y X, que todo vuelve al “Christus”, como la omega vuelve a ser alía.
Isidro, Isidro para todos, tenía entonces siete años y ya le admiraban todos su bondad y su inteligencia.
El Valle del Jarama sigue presente
Atocha fue siempre la puerta de Andalucía










