Las cosas en el proceso de paz van mal. El gobierno, en voz baja, lo reconoce. No hay avances, el terrorismo callejero reverdece como en una pravera de incendios, y el inefable Rubalcaba se presenta en el congreso y advierte que el ejecutivo no puede certificar que la banda, la banda terrorista, tenga intenciones de dejar las armas. Para abundar más en el estado de la cuestión, los informes franceses dicen que los pistoleros se mueven, roban coches, engrasan el aparato y revisan la munición lo que pueda pasar. Las cosas no van como queríamos.
En ese contexto Zapatero se presentó ayer en Baracaldo con una nueva propuesta de huida hacia delante. ZP anuncia la apertura del diálogo el próxo mes de junio, es decir en menos de dos semanas. “Hay sitio para todos en Euzkadi”, decía ZP. Claro, siempre lo ha habido. Los del otro lado, los de las pistolas, piensan lo contrario. Dicen que en eso que llaman Euzkalherria deben estar solo los nacionalistas, los creen en la fe del hombre viejo de los vascones. Para tener un sitio en la política, basta que condenen, pidan perdón, prometan con la boca grande que dejan la vía violenta, que dejen las armas, que lo veamos.
Para intentar evitar motines, el presidente les dice a las víctas que va a escribir su nombre en el preámbulo de
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