“Los pobres también tienen derecho a la ambición y a los sueños. Que la rebeldía no es exclusiva de los ricos”. Este ha sido el pensamiento que ha guiado los pasos de Francisco Hernando para llegar a conseguir lo que es hoy en día. Aunque mirando atrás parecen muy lejanos los días de hambre y miseria, tan sólo han pasado 50 años desde que aquel niño se pateaba las obras de la ciudad en busca de trabajo.
Y los encontró, con 14 años empezó a trabajar en URBIS, su prer contacto con el mundo de la construcción donde trabajaba llevando el agua en una carretilla de un lado para otro y haciendo recados. Pero aquello le duró año y medio, que su padre, pese a que el joven Hernando estaba encantado trabajando en la construcción, había decidido convertir a Paco en pocero “uno de los oficios más duros que existen (pocero es el que trabaja en la construcción de pozos, el que se dedica a lpiar los pocos o depósitos de inmundicias y desatrancos en general)”.
“mi padre me hacía bajar a los pozos, a las alcantarillas de desagüe, a los colectores, para que me pregnara de los olores que no se quitaban ni en meses. Otros estudiaban en









