El Madrid, el Real, ha entrado en el corazón de su laberinto. El callejón el que circula es tan blanco que no se puede distinguir el suelo del cielo. Buscando el cielo han tocado el suelo. Y ahí están, chupando suela, incapaces de encontrar la salida, enredados en una gresca que no tiene solución interna. Están en manos de los jueces, que es lo peor que le puede pasar, a un club o persona física, en este nuestro país.
Mi compañero de mesa, sostenía el sábado, al filo de la madrugada, que la presidencia del club blanco inoculaba en quien la ocupaba un virus silar al que ataca a los inquilinos de
En otros tiempos las carcajadas de la Castellana llegaban hasta el Manzanares cuando el Atlético de Madrid estaba intervenido los jueces que hacían cuentas con una vieja calculadora para ver hasta dónde llegaba la sa contable de los hombres de Gil. El Real Madrid pensaba entonces que nunca llegaría a una situación silar. Bueno, pues ya estamos. La crisis detiva ha llegado a ser institucional. Es tan profunda que el club está paralizado, con las piernas atadas a un saco de votos.
Nadie sabe cuál será la solución, aunque es fácil adivinar que se han metido en un embrollo silar al de las papeletas de Florida que aplazaron unos cuantos meses la designación del presidente en las preras elecciones que ganó Bush. En los despachos del club se ha instalado la ironía, la más ácida. Una noche reciente, alguien de la dirección le dijo al actual presidente, el benemérito Gómez Montejano: “Lo mejor que podrías hacer es morirte. Es tu momento. Si te mueres siendo presidente del Real Madrid te organizaremos un gran funeral. Si esperas y lo aplazas unos días, no irá nadie a despedirte”.
Anoche le regalaron a Montejano una bonita prórroga.