En la Tierra a jueves, diciembre 18, 2025

El Santo, los pilotos del diablo y Moraleda, pecador de la pradera

Mi prera oración, al levantarme este lunes, ha sido para reconocer el milagro de Italia, esa selección que comienza los mundiales desahuciada y que puede terminar levantando la copa entre confetti. He sotado hasta bien entrada la madrugada los gritos e hnos de cuatro autobuses  de peregrinos italianos con los que comparto hotel. Entre la multitud del Papa se han tado como corderos de un rebaño que ha visto el estreno en España de este Papa que combina con santidad la dulzura tierna de un “abuelo del mundo” como le llamó Leo Banffi,  con una firmeza de pensamiento basada en un racionalidad tan clara como granítica.

 

El milagro de Italia suele tener una explicación que siempre deja un margen para la perplejidad. Pero este lunes hay muchas cosas que no tienen un pase. La prera es la ausencia de Zapatero en la misa del domingo. Una huida vergonzante. Un hombre casado la Iglesia, que ha vestido a sus hijas para ese rito de la prera comunión, no puede aducir coherencia para escapar. Puede temer el pitido, pero es algo que va en el sueldo, y la gente que a misa es pacífica y festiva. El presidente le trae sin cuidado. El genio de esto ha sido Moraleda, que dice que Zapatero no va a la misa, como Bush que tampoco fue. Bonito precedente. Quizá es que conocía la homilía y era incapaz de mantener el diálogo de las ideas ante un Papa que no renuncia a las suyas mientras no le convenzan de lo contrario. Por el buen talante le gana, que dice que viene a “proponer”. ¿No eras tú, Benedicto, el integrista, el jefe de esa cosa a la que el diario El País siempre pone el paréntesis de Santo Oficio, como si el libro de estilo fijara que a cada elemento se le debe colgar su currículum? (Llamémosle doctrina Cebrián, colaborador prescindible del régen de Franco y de su aparato represor)

 

Tampoco tiene un pase que un periódico, ese mismo, salude la llegada del pontífice con un editorial sectario en el que se advierte que el viaje y sus estaciones serán un acto de propaganda contra el gobierno. No lo fueron, quod erat demostrandum. Ni que la televisión pública aproveche una conexión con la estación de Jesús para meter el dedo en la estúpida polémica de ¿cuánto cuesta la visita del Papa? Digo yo que les cuesta a los voluntarios, a los que han donado elementos de mobiliario. Para Valencia, en términos fariseos, que es en lo que estamos, es un negocio redondo, un negocio que dirían en mi pueblo “del copón”.

 

Y  mi prera maldición  que yo no soy un santo, y ya no lo voy a ser a estas alturas, es para los pilotos. Vuelvo en coche y que les den retambufa. Llevan décadas montados en el privilegio, nos toman el pelo desde la cabina, nos pueden arruinar unas vacaciones o echarnos a los leones de la autopista. ¡Y luego dicen que tienen mala agen! No, si pedir piden cosas muy normales. Esta misma mañana cogeré el teléfono para decirle al baranda de esto, a Pedro Aparicio, que le exijo  un aval para que me garantice el pago de las columnas hasta que yo tenga 65 años, y si no no escribo ni en el Puente aéreo. La idea me la brinda el Sepla y alguno de sus capos que va de progresita.  Creo que me dará una mano de collejas, y me enviará a cargar las bodegas de esos aviones que ya no vuelan. Iberia tiene más paciencia que Ratzinger, y nosotros también, que somos unos benditos. Un saludo.

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