“El hambre aguza el ingenio”, escribió Cervantes y con toda la razón del mundo. “Más cornás da el hambre”, dijo El Cordobés Prero y también tenía razón. Y es que la necesidad es como un acelerador de la aginación, a más necesidad más aginación: Y especialmente en los pueblos latinos e hispanos. Un andaluz es capaz de inventar que los olivos den agua si no tiene ni para comprar el pan de sus hijos o para trabajar lo menos posible.
Y digo todo esto que esta mañana cuando he bajado a comprar los periódicos he visto algo insólito: un puesto callejero con un letrero escrito a mano que decía “¡Aquí se venden collares con cruz! Y naturalmente me he acercado a ver quienes eran los “pillos” y qué vendían realmente. Los “pillos” eran, en este caso, una pareja de bolivianos inmigrantes y lo que vendían (a 5 euros) eran unos collares muy variados, los colores y los tamaños. Rojos, verdes, amarillos, azules y cortos, largos y muy largos. También las cruces eran diferentes, unas de madera y sin figura y otras metálicas y con figura. Eso sí, todos con las mismas cuentas que un rosario.”Oiga, ¿pero esto se vende?”, “¡Cómo, en lo que va de mañana llevo vendidos 50!”, me ha dicho el jefe. “Pero esto, en realidad son rosarios”. “Ya lo sé, pero su decos que son rosarios no vendo ni uno. Un collar se lo cuelgan hasta las viejas, y más si son de colores, un rosario es cosa de iglesias”.
Cervantes tenía razón: el hambre aguza el ingenio.
El Valle del Jarama sigue presente
Atocha fue siempre la puerta de Andalucía










