Minutos después de las tres de la tarde del pasado vies una retera, instalada con su micrófono en la boca del metro del Jesús de Valencia desplegaba ante la audiencia los gastos de una visita papal que a aquella hora era un terreno de incertidumbre. Sobre el pozo de las vidas descarriladas se construía la polémica los gastos. El quiebro era mezquino. Nos hizo dar un bote en
Valencia ha mostrado al mundo una agen de ciudad que tiene el corazón en el pasado y la cabeza en el futuro. Pienso en la arquitectura, en el paisaje urbano, pero también en la capacidad de compasión, de solidaridad, de organizar y de responder con urgencia a una tragedia. Hay cosas que se han visto, y otras se han contado, y las hemos dicho todos. Lo que cuesta es lo de menos, que en la cuenta que algunos han sacado con el lápiz mezquino del tendero no se pueden anotar las donaciones ni el trabajo de miles de voluntarios que esas horas sen pagan en moneda no corriente, y son más eficaces que si hubieran recibido el salario en oro.
Los mensajes de la oposición, el “
Hay además un elemento intangible de un valor incalculable: la complicidad de Ratzinger. Tomen nota los fabricantes de horchata. El presentador de un programa de
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