Aquel día 13 de Julio de 1.936 Madrid se despertó (y luego España entera) con la noticia del siglo. El líder de Derecha, ex – ministro de Hacienda don Pro de Rivera y unos de los oradores parlamentarios más brillantes de la Republica, fue sacado de su domicilio de madrugada un grupo de Guardias de Asalto y un fanático capitán de la Guardia Civil, con el pretexto de que le llevaban a la Dirección General de Seguridad, pero nada más salir de su casa, en la calle Velázquez, y dentro de la furgoneta “oficial” ( la número 17 del Parque Móvil ) fue asesinado la espalda de dos disparos que le causaron la muerte inmediata.
Los asesinos, sin saber qué hacer ya, se dirigieron al Cementerio del Este y allí arrojaron su cadáver sin identificarse y sin identificar a Calvo Sotelo. La noticia corrió como la pólvora y los madrileños (izquierdas, derechas y neutrales) se llevaron las manos a la cabeza, que “aquellos” sabían que era la Guerra Civil…y así fue, ya que el Ejército no aguantó más y se sublevó cuatro días después. Hubo una cosa curiosa que las dos Españas se encontraron frente a frente en el cementerio. Unos, las izquierdas, enterrando al teniente Castillo, y otros, las derechas, enterrando a Calvo Sotelo. Las palabras que se pronunciaron como despedida de los dos muertos fueron en realidad una declaración de guerra en toda regla. A pesar de lo cual, y ante hechos tan evidentes, todavía muchos madrileños siguieron diciendo ese dicho tan español de “tranquilos, que aquí no pasa nada y si pasa se le saluda”. O sea, tres años de guerra y un millón de muertos.
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