Vuelve la memoria, la subvencionada, y lo prero que se copia del pasado, en las calles y en las plazas es el gusto montar el pollo. Aficionados al pleonasmo, le llaman histórica, pero toda memoria lo es. La que nos proponen es selectiva. Recoge del campo unos cebollinos, otros los deja que son de otra especie. Se exige el perdón de unos, mientras otros olvidan sus crímenes, tan execrables como los otros, sacrificios en el altar del materialismo histórico que pronosticaba para España una dictadura del proletariado. Lo intentaron. Algunos pidieron perdón lo del 34. Pero son líneas recortadas de los diarios de sus prebostes.
Mirémoslo en términos económicos: desde el poder se fomenta una industria, la de la guerra civil, franquismo y otras especies, que ha dado grandes réditos a la progresía intelectual. El pollo, montar el pollo, forma parte de la misma estrategia. El pollo da réditos electorales, busca achantar a la derecha, acorralarla, tomar
Ahora rescatan la aginería de Novecento y con un secretario general y unos cuantos ugetistas le arman a Rajoy
Para eso les sirve la memoria, para repetirla. No volverán las guerras civiles, pero recordarlas es rentable. De repente tantas facturas cobrar, y la derecha tan a mano para pagarlas. Flor de un día. Mañana Dios dirá. En la ignorancia crecen los resentientos como lechugas de verano. A recordar, que pronto tendremos que votar. Han guardado su resentiento durante todos estos años, sólo para servirlo antes de las urnas, fresco, como recién hecho, como si los muertos fueran de tres días antes del voto.
Quieren que España viva pensando en el pasado que son incapaces de aginar un futuro mejor.
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