La sentencia dictaminada hoy el juez competente en el llamado Caso Korpa induce a una reflexión profunda en el campo del periodismo, una profesión cada vez menos valorada la opinión pública, a tenor de los últos datos publicados el CIS. A un necesario debate ético sobre la información ‘social’, sus actores y los derechos de los ciudadanos, se une, en el llamado Caso Korpa, el problema más preocupante de la profesión: la precariedad laboral.
La sentencia dictaminada hoy el juez competente en el llamado Caso Korpa induce a una reflexión profunda en el campo del periodismo, una profesión cada vez menos valorada la opinión pública, a tenor de los últos datos publicados el CIS. A un necesario debate ético sobre la información ‘social’, sus actores y los derechos de los ciudadanos, se une, en el llamado Caso Korpa, el problema más preocupante de la profesión: la precariedad laboral. La muerte en enero de 2005 de la periodista Ana Belén García pone de manifiesto ambas premisas, si que hoy se haya llegado a ninguna solución concerniente al asunto.
Los hechos ocurrieron en febrero de 2005, cuando Ana Belén García se desplazaba a Córdoba en horario laboral para realizar la cobertura informativa de un viaje de los Príncipes de Asturias a la localidad andaluza. La periodista, que a instancias judiciales gozaba de de un contrato de trabajo ‘ cuenta ajena, indefinido, a tiempo completo y con categoría laboral’, perdió la vida en un accidente de tráfico. Pese a que
El magistrado, asismo, realizó unas declaraciones que no tienen desperdicio y que vuelven a sentar en la sociedad, de nuevo, las bases para un futuro debate a todos los niveles sobre la ética de la información en las crónicas sociales, hoy llamadas ‘rosas’ o ‘del corazón’. Las persecuciones inhumanas, los seguientos de espionaje y los chantajes mafiosos a los que se ven sometidas las personas públicas protagonistas de este gran circo no hacen sino agravar la tensión que sufren los periodistas que, mal pagados y peor valorados, hacen guardias eternas frente a domicilios privados para, en muchas ocasiones y con toda la razón, no conseguir nada de nada.
Por ello, esta misma sentencia explica que ambas jóvenes –Ana Belén García y su compañera, retera gráfica trabajaban en situación de ‘alto riesgo, habida cuenta el ambiente hostil y agresivo en que se desarrolla su trabajo, con continuas carreras a la caza del personaje, jornadas de trabajo interminables tanto de noche como de día’, situación que les produce ‘un alto desgaste psicológico’.
Y es que, si ya el mundo de la información rosa merece un debate social y una revisión moral parte de las instancias plicadas –foros y organizaciones de periodistas y los tres poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, no estaría de más regular la situación que viven muchos periodistas, sobre todo los jóvenes, en el mercado laboral periodístico. ¿Acaso alguien se acuerda del Estatuto del Periodista, o mejor, de la moción presentada IU, rechazada Gobierno y oposición, que abogaba la regulación de los derechos de los becarios y los contratos de prácticas? Los partidos mayoritarios, PSOE y PP, afirmaron en su día que ese asunto es plena competencia de las empresas. Y así nos va. Abuso tras abuso. Y el caso de Ana belén García, que en Gloria esté, no es el peor de todos. Porque es sólo la punta del iceberg.
El mismo juez de lo Social número 4 de Sevilla criticó además la ‘explotación y precariedad más absoluta’ de los reteros de la prensa rosa frente las ‘colaboraciones de lujo’ de los contertulios de esos programas; destacando también las ‘contradicciones’ entre los ‘amplios márgenes de beneficio’ de la prensa del corazón y la ‘explotación intensiva’ de sus reteros, que sufren ‘interminables contratos en prácticas que nunca se convierten en fijos’.
Hoy sabemos que










