Las tabacaleras de Estados Unidos acaban de ser condenadas una juez federal de Washington cren organizado, décadas de conspiración y engaño. A partir de ahora, tienen prohibido vender cigarros etiquetados como light, ultralight, naturales o bajos en alquitrán y están obligadas a advertir de los riesgos del tabaco en los paquetes de cigarrillos, en cualquier tipo de publicidad y en sus páginas web corativas.
Las tabacaleras de Estados Unidos acaban de ser condenadas una juez federal de Washington cren organizado, décadas de conspiración y engaño. A partir de ahora tienen prohibido vender cigarros etiquetados como light, ultralight, naturales o bajos en alquitrán y están obligadas a advertir de los riesgos del tabaco en los paquetes de cigarrillos, en cualquier tipo de publicidad y en sus páginas web corativas.
La sentencia dicta, además, que durante los próxos 10 años las tabacaleras deberán ofrecer a la magistrada información detallada sobre sus estrategias de márketing.
Sin embargo, en cierto modo, el gran tabaco ha ganado su pulso al Gobierno, que emprendió hace casi siete años la batalla contra la industria tabacalera en los tribunales en la mayor demanda civil contra el cren organizado de la historia de EEUU.
Tras un juicio de nueve meses, que acabó en el 2005, la resolución del caso está marcada la política y decisiones de otros tribunales que hacen que no se hayan podido fijar multas multillonarias que pudieran provocar daños en las ricas arcas de la industria. Tampoco se ha podido forzar a las principales compañías a crear programas para ayudar a los fumadores a dejarlo y a los jóvenes a no engancharse. El Gobierno es considerado triunfador moral, pero en realidad es difícil discernir entre vencedores y vencidos.
La sentencia definitiva en EEUU sobre la lucha contra el tabaco fue dictada el jueves la juez Gladys Kessler, que necesitó 1.742 páginas para redactar su fallo. En ese dictado, Philip Morris, R.J. Reynolds y Brown & Williamson (ahora fundidas en Reynolds American), Lorillard y British American Tobacco descienden a los infiernos de cualquier otra asociación mafiosa.
’Durante más de 50 años mintieron y engañaron al público estadounidense sobre los devastadores efectos en la salud de fumar y ser fumador pasivo escribe la magistrada. Suprieron investigaciones, destruyeron documentos, manipularon el uso de la nicotina para incrementar y perpetuar la adicción, distorsionaron la verdad sobre cigarrillos light y bajos en alquitrán para disuadir a los fumadores de dejarlo…’
La juez no acaba ahí: ‘Abusaron del sistema legal para lograr su objetivo: hacer dinero con poca o ninguna consideración el sufriento y la enfermedad individual, los rampantes costes en la sanidad o la integridad del sistema legal’, escribe.
La dureza de las palabras de Kessler contrasta con la relativa suavidad de su sentencia, y es que se ha visto litada a la hora de dictarla la complicada historia política y judicial de este caso.
Cuando la demanda se presentó en 1999 bajo
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