Septiembre, viene muy “setiembre” con la vendia que en La Rioja promete una cosecha de las que hacen historia en las barricas de las bodegas, y en el resto será cosecha del color del sumario, a la vista de cómo toma velocidad el PR y se acelera el sumidero el que van entrando en los juzgados los prebostes del estado inmobiliario. Llega el mes nueve, con sus once de septiembre y su diada, más ultranacionalista que nunca que Maragall tiene un globo y le ha pintado los colores de la señera para devolverle a Zapatero la traición de la Moncloa, cuando “se la llevó al río pensando que era mozuela”. ¡Qué mes! En este país que vive enca de sus posibilidades las hipotecas se ponen más altas que las torres del pocero, y ya saben que el recibo de la Caixa es lo único que pone al personal de los nervios, que se lo quitan de fines de semana, de paradores y de marbellas, y cuando la gente se queda en casa idea maldades y le echa la culpa al prero que sale la tele. Ya sabes, Pepiño, a no salir, que la vanidad se paga cara y tú ya tienes cubierto el carné de bailes para los restos. Te conviene quedarte en casa o en el despacho, y litarte a llamar para pedir que haya muchos detenidos cada vez que arda Galicia o el sur preparen un nuevo desembarco en Tarifa.
El Conde don Julián es hoy Felipe que se ha marchado a ver a los iraníes para decirle a Ahmadineyad que se compre una bomba nuclear, que el supermercado debe ser igual para todos. A Felipe le da igual que la quieras para iluminar las ejecuciones nocturnas, que quedan más chic, o para exterminar a Israel. Se llama diplomacia y González la ejerció cuando en la prera guerra del golfo permitió a los americanos utilizar la base de Torrejón para enviar material al desierto. Desde que cayó el muro los socialistas andan buscando una teocracia ante la que rendirse como conversos, y la han encontrado en el Irán de los ayatolás. La alianza de civilizaciones es una tapadera para que Felipe pueda cambiar los pendientes de su colección unos barriles, antes de que a Zapatero se le ponga crudo.
Viene septiembre con una carga aciaga, y eso viene con un ruido como de propaganda. Dice Rubalcaba que en nuestras aguas no se ahogan los subas. ¡Qué va! Vienen ya ahogados. Tienen ese detalle, ministro.
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