El tono directo, ameno, las noticias más ligeras, la agen picada y rápida forman parte de lo que el profesor Carles Marín define como ‘infoentreteniento’, la tendencia actual en los medios audiovisuales. Así lo señala en su libro ‘Periodismo audiovisual. Información, entreteniento y tecnologías multedia’ (Gedisa, 2006). En diálogo con PRNoticias, Marín asegura que una cadena sin informativos se queda coja que configura parte de su credibilidad y estructuran la línea editorial de toda su programación.
¿Qué es lo que hoy está más presente en el periodismo audiovisual: la información, el entreteniento o la tecnología?
No es ni la información ni el entreteniento. Por supuesto que las tecnologías sí. Pero lo que está presente es el infoentreteniento.
¿A qué te refieres?
Dentro de los espacios vertebradores de las parrillas tanto de radio como de televisión estaban los programas de información, una parte, y los programas de entreteniento, otra. Yo creo que los espacios de entreteniento puro y duro forman parte indispensable de lo que es la programación audiovisual, ya que consiguen despertar el interés de una forma más amena y divertida, con un tono más agradable. Pero el infoentreteniento está basado en una información tratada de una forma más ligera, centrándose en temas más sociales, culturales y más artísticos. Esto lo vemos sobre todo en los magacines de radio.
¿Cómo se da este fenómeno en la televisión?
Es mucho más complicado, pero los informativos van cada vez más hacia el infoentreteniento, no sólo a la información pura y dura. En el caso de los informativos de Antena 3, de
Y eso tiene resultados directos en la audiencia…
Por supuesto. Porque, si te das cuenta, el público también ha cambiado. Los que tenemos treinta y tantos años, vivos una especie de transición, estamos en medio. No somos ni la gente mayor, que ha vivido sólo una cosa, ni la gente más joven que ha vivido las nuevas tecnologías, Intet y una información mucho más rápida y ligera. Nosotros nos encontramos en medio de todo eso. La televisión ha cambiado en este aspecto. La gente busca entretenerse al ver la televisión. Yo recuerdo que hace poco un directivo de informativos de televisión me comentaba que no hacía informativos de información, sino de entreteniento. Entonces, es un espacio de entreteniento que tiene noticias. Yo no digo que esté de acuerdo ni que no, pero sí es un caso que se está dando en la televisión.
¿Por ahí va la tendencia?
Esa es la tendencia. Piensa que el 90% de la población en España consume televisión. De ese centaje, el 50% sólo se informa a través de la televisión. Algo así como 20 millones de personas se informan sólo a través de la televisión.
En los últos meses, los informativos de las cadenas están siendo altamente competitivos. Ha aparecido Cuatro y
Ya hemos llegado al límite. Con la entrada de Cuatro y luego de
Las cadenas han apostado rostros de figuras consagradas dentro del periodismo y de otras nuevas, más frescas, ¿cuál es la apuesta más segura en el panorama televisivo nacional?
Yo creo que caben las dos posibilidades. En el caso de Antena 3, con Matías Prats, o TVE, con Lorenzo Milá o Ana Blanco, o Cuatro, con Iñaki Gabilondo, son pesos pesados. En el caso de
‘La gente cree. La gente dice ‘lo han dicho la tele’, y hay que ir con mucho cuidado y con mucha responsabilidad con eso. Los responsables de los informativos de televisión lo tienen muy en cuenta que es un medio que tiene mucho pacto.’
¿Cómo ves el binomio caras femeninasperiodismo audiovisual?
¿Cómo han cambiado los telespectadores?
Ha cambiado la forma de ver y entender la televisión de una forma vertiginosa. El ojo humano está acostumbrado a la cultura de la agen picada y es algo que he explicado en algunas ponencias. En televisión se utiliza en argot ‘hazme esta información bien picadita’. Eso significa una agen tras otra, rapidito, sin planos largos y mientras más rápido pases de una agen a otra, mejor. Porque el ojo humano está acostumbrado a que todo se lo demos muy rápido, las transiciones son rápidas, los programas son cada vez más cortos y con más contenido. Programas como Aquí hay tomate, en el que te pasan los rótulos diciendo qué va a venir después. Yo creo que ya estamos acostumbrados a poder recibir diferentes pactos al mismo tiempo. Esto, hace unos años era posible. Hoy sí puede haber una entrevista de 50 minutos, pero la gente no lo recibe como algo a lo que está acostumbrado o que tenga audiencia, pues no. En El Diario de Patricia, ejemplo, ya los prolegómenos no existen. Directamente preguntan al invitado, cuenta el clímax de la historia y adiós, otro invitado.
El infoentreteniento del que hablas, ¿es fruto de la tiranía del share?
El share está en todas las cadenas de televisión, en las generalistas e incluso en las locales, cuyo centaje de share está subiendo y ya se tienen en cuenta. El share está ahí y hay que pensar que las televisiones son empresas, públicas o privadas, pero lo que tienen que hacer es ganar dinero. Por supuesto que el share tiene mucha tancia.
¿Es compatible la investigación con el periodismo audiovisual de hoy?
Por supuesto que sí, lo que pasa es que la forma de hacer los retajes, la forma de comunicar estas investigaciones o noticias retajeadas, ha tenido que cambiar. La forma de entender el pacto visual ha tenido que cambiar. Es el uso de planos, recursos de los planos, de movientos de cámaras, incluso un lenguaje mucho más picado, que lo utilizan en Antena3 Noticias, con frases cortas, más pactantes, como titulares, pues eso se tiene que utilizar. Es un lenguaje más breve, claro, más corto y directo. Y eso tiene un peligro.
¿Cuál es el peligro?
Es que puede llegar a no entenderse, a que las frases sean inconexas y que la estructura de sujeto más predicado se quede en la mína expresión. Son frases absolutas. Hay un ejemplo claro. Empieza una noticia diciendo ‘Partido en dos’. Y después sigue ‘así ha quedado un coche de la policía…’. Se llaman construcciones de participio absoluto, el sujeto no está y no se entiende. Pero es el lenguaje periodístico que se va a usar cada vez más. Es más sencillo, más directo. Y las informaciones son cada vez más cortas. Antes duraban un minuto treinta. Ahora cincuenta segundos, treinta segundos.
Pero esto va en desmedro de la profundidad de la información. Y los sucesos calzan mucho mejor en este formato.
Los informativos se van socializando cada vez más. Quieren revertir, dicen ellos, en lo que preocupa a la sociedad. Por supuesto que eso está ahí. La gente cree. La gente dice ‘lo han dicho la tele’, y hay que ir con mucho cuidado y con mucha responsabilidad con eso. Los responsables de los informativos de televisión lo tienen muy en cuenta, es un medio que tiene mucho pacto. Hay que ir con cuidado que se cree lo que se dice. Que los informativos utilicen sucesos de muertes de mujeres en manos de sus maridos, ejemplo, eso sirve para denunciar. Eso también ayuda. Hay que ir con cuidado con caer en tentaciones sensacionalistas. La televisión ha abierto los ojos a mucha gente para que pueda denunciar, pero hay que marcar unos límites.
Al igual que a la prensa, los públicos suelen identificar a las cadenas con una tendencia u otra, ¿atenta esto contra su credibilidad o, el contrario, contribuye a la honestidad frente al espectador?
Al fin y al cabo, al espectador no se le engaña. Como telespectadores sabemos que hay unas ideologías, unas ideas y cada informativo tiene unas líneas. Es como el busque, compare y si encuentra algo mejor, cómprelo. La gente busca y se queda en aquello que le gusta, si le interesa. Cada vez más las televisiones intentan abrirse para poder tener más espectadores, más abierto a un mayor abanico de posibilidades de ideologías políticas. Cada cadena de televisión tiene su ideología, y yo creo que eso está claro, pero a lo que tienden es a acaparar audiencia, para tener publicidad. Pero los informativos se lo tienen que jugar que marcan la credibilidad de la cadena. Una cadena sin informativos se queda coja. Lo que vertebra toda la línea editorial son los informativos y esto es transversal a la programación. Hay que dejarlos muy claros, hay que medirlos muy bien, que marcan la idiosincrasia de la cadena.









