BRASILIA (02/10/06) ¿La fotografía de un momento o un oráculo todopoderoso? Largo y abundante es el debate sobre el verdadero alcance de una encuesta de opinión y el caso del gobernante Luiz Inácio ‘Lula’ Da Silva, que postulaba a la reelección, arroja algo de luz para quienes todavía tienen dudas sobre los sondeos electorales. Contra todo pronóstico, el mandatario irá a segunda vuelta electoral tras obtener un 48,8% de los votos, algo lejos del 59% de las preferencias que concitaba hace una semana.
Y es que el sistema electoral contempla que si un candidato no obtiene la mayoría absoluta –la mitad más uno de los votos tiene que existir un cara a cara entre los dos postulantes más votados, es decir, entre Lula y su contendor de izquierdas, Geraldo Alckmin, líder del Partido Socialdemócrata Brasileño (PSDB).
En los resultados registrados Alckmin hubo más sorpresas: en vez de obtener el 31,8% de los sufragios según la misma encuesta de hace una semana logró el respaldo del 41,4% del electorado. ¿Qué ocurrió?
Sin duda, quienes creían hace una semana que todo estaba dicho, sin pensar en los efectos de los acontecientos inesperados que podrían ocurrir –y que, de hecho, ocurrieron en estos siete días se equivocaron. Porque, ¿qué es una encuesta sino el reflejo de lo que las personas dicen que piensan en un momento determinado?
La opinión que, y hay que poner énfasis en esto, se dice tener no es necesariamente la que en realidad se tiene y, posiblemente, no es la que se tendrá más adelante, menos aún cuando a menos de una semana de unas elecciones generales salpica el escándalo. Y así ocurrió: la corrupción manchó otra vez la que hasta ahora había sido una feliz carrera electoral para da Silva, que había visto blindada su figura de las acusaciones contra su formación, el Partido de los Trabajadores (PT), que tan pocos favores le ha hecho en este periodo, con numerosos escándalos corruptelas internas.
El debate televisivo que Lula esquivó a toda costa el jueves 28 de septiembre fue una otunidad de oro para salir a aclarar el entuerto, pero al parecer su equipo asesor prefirió que no apareciera para evitar ser objeto de los ataques de sus contrincantes y que los resultados fueran peores.
Pero el peso de estos acontecientos, fortuitos y de alto pacto, no los puede explicar una encuesta, aunque sí hay que reconocer que tienen el poder de darnos ‘pistas’ a través de las tendencias a largo plazo de las mediciones que arrojan.
Por ahora, el panorama se presenta incierto. Pese a que Lula sigue en ventaja respecto de Alckmin, no hay manera de medir los efectos que el escándalo recién revelado pueda tener en la opinión pública y en los votantes del resto de los candidatos.
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