La campaña catalana, tan joven, tan reciente, tan nueva, ya tiene ganadores y perdedores. No hace falta esperar a la apertura de las urnas para decir que los vencedores son los notarios, y que los perdedores, los preros, son los emigrantes. El bricolaje nacional que predica Esquerra, lo organiza Convergencia con el catalán puntos. Como si los emigrantes no tuvieran bastante con venir, llegar, encontrar trabajo, vivienda, escuela para los chicos, y un buen banco para mandar dinero a casa. Ahora les van a dar un carné, que el gobierno definirá quién es y quién no es catalán. La idea es perversa y tiene el tufillo notarial. El Colegio de notarios puede reclamar la firma de esos permisos de catalanidad que dan derecho a un lote de sardanas, una camiseta del Barcelona, entradas rebajadas para el fútbol, y un lugar preferente a la entrada de los mítines del PP. Aunque al final quizá todo resulte una broma, como lo de “fóllate a la derecha” de Iniciativa, que hay que ver qué poca gracia y qué poco aguante tienen estos de la derecha.
Es una lásta que la carrera electoral catalana no se ane con los mismos ingredientes que la de Madrid. Por aquí hemos sacado el ladrillo como arma arrojadiza. No nos sirve el taladro de Puigcercós, aquí estamos en el inicio de la obra, con el hormigón y la paleta. Sancas se ha puesto el casco, consciente de que después de tirar la prera piedra le ha caído una lluvia de cantazos marca Socialista. Lo de Ciempozuelos comenzó como un negociete multillonario y ha derivado en una red de blanqueo de dinero que pasa Andorra, junto a Cataluña. Sancas se hunde ahogado en su propio caldo. Quizá haría bien el PSOE en llevarlo de candidato a Cataluña, y alejarlo de Madrid. Y de paso les puede dar una lección de lo que vale una comisión. ¿Un tres ciento? ¡Quiá! Aquí 40 millones de euros ni se levantan de la cama estos alcaldes socialistas. Por cierto, en esto también están plicados los notarios, al menos dos. Qué profesión. ¿Habrá acertado Mas con su notario?
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