No lo puedo evitar, mi orgullo merengue está exaltado después de la aplastante victoria del Real Madrid, con mayúsculas, contra el Barcelona. Estábamos en crisis y hay quien dirá que el equipo de
La campaña catalana afronta su ecuador con un regalito en el Bernabeu. ¡Pobre Carod! ¿Se habrá podido afeitar hoy sin que le tiemble la mano?, aunque merecido lo tiene no distinguir entre el dete y la política. ¿Y que piensa doña Comas? Esta vez si que te han ‘amargado el día’ estos ‘hijos de puta’. Pero nada de lo que se pueda decir desde la tierra de la butifarra y ‘el pan tumaca’ (que no es más que un trozo de pan untado con tomate, aunque parezca que hayan descubierto el Cocido…) va a empañar este triunfo, este partido ya está escrito y no se borra con tipex, muchos ‘peritos’ que se metan a intentarlo. Lo siento Zapatero… Por cierto, que hoy seguro que no le vemos, que a nuestro presidente le fatigan mucho las emociones fuertes.
Desde el principio se dijo que el clásico era más que un partido, igual que se dice que el Barsa es más que un club… Ahora ¿qué? ¿Quién ha ganado la guerra esta que empieza a oler a podrido? ¿Ha vencido el Madrid o ha perdido el nacionalismo? Ni el gafe de Nadal con toda su fuerza pudo aplacar desde la grada las embestidas blancas con un Robinho parable que más parecía llevar fuego en los pies que botas amarillas. A Esperanza y a otros tantos nos han alegrado el día. Si, soy merengue.












