Los tertulianos de la radio están perplejos. Han pasado el martes rascándose la cabeza como en el juego del rasca y gana, y les salía el globito rojo con la leyenda “vuelva usted a probar y que tenga suerte”. Nadie entiende nada, y nadie cree en nada.
Zapatero no se merece este trato. Lo ha hecho todo: ha despreciado al parlamento, ha dejado tirada a la oposición, se ha reído de Rajoy, ha llamado a Otegui hombre de paz, ha torcido las cuadernas de Conde Pungido hasta dejarlo deforme, irreconocible, ha forzado la justicia hasta mancillarla, les ha recordado a las víctas a su abuelo y ¿ahora le hacen esto?
El suelo de Estrasburgo se hunde. Cabe la hipótesis de que el robo sea obra de un grupo disidente. Pueden ser cuatro locos que se escapan de la disciplina, o pueden ser mayoría, que no se fían de ZP. Nadie se fía de nadie y lo que pudiera pasar han decidido afanar la herramienta si las moscas. Es lo que saben hacer: robar, amenazar, asesinar, y vuelta a robar.
El caso es que el asalto deja desnudo a Zapatero, alarmados a miles de vascos, inquietos a la mayoría de españoles. Eta llega a Estrasburgo como los hermanos James: con las pistolas en la cintura y la capucha en la cabeza, como siempre. Aunque también podemos hacer como Izquierda Unida, y decir que esto no tiene tancia, que los hierros son para regalar como recuerdo a los que acudan a la mesa de partidos.
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