¿Era necesario? La “pra dona” de los juzgados ha vuelto a hacer una de las suyas. Ha regresado el camino de las cámaras y los efectos cinematográficos. Ha elegido un día señalado: la jornada de reflexión sobre los resultados de las elecciones catalanas en las que el PSC se ha dado un batacazo histórico, y ha desplegado a
¿Ha calibrado el juez los medios utilizados para esta sesión de cine en las calles de Madrid? Las puertas del Espirito Santo estuvieron rodeadas de medios fotógrafos, redactores y televisiones mientras los agentes entraban y salían. Preguntaban a los empleados sin obtener respuesta clara y definida. ¿Qué se buscaba? ¿Miden los jueces el daño que en términos de opinión pública tienen sus acciones? Después del espectáculo de ayer todos esperamos que se detenga a conspicuos crinales del dinero, narcos que manejan la pasta mejor que la coca, y banqueros desaprensivos que mueven los fajos de quinientos como si fuera la tela de los trajes de seda que llevan sus clientes. Si no es así, Baltasar, deberíamos exigir que algunos magistrados, cargados de kriptonita, litaran sus actuaciones y trabajaran en la discreción y en la prudencia, dos artes que están reñidas con el ego descomunal que desborda los pasillos y las escalinatas de
De lo contrario, es posible que a veces el daño provocado sea mayor que el beneficio en términos de justicia, una palabra que tampoco lo permite todo en su nombre. El juez que pide amparo a la mína crítica de los medios es capaz de organizar una de indios en el “down town” de Madrid. A ver quién paga los platos rotos de Garzón.
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