Churchill, gran hacedor de frases que han pasado a la historia de las herramientas de ferretería, decía que “ante lo inevitable entusiasmo”. Zapatero, cuyo catálogo de libros de verano suele ser errático, disperso y ligero, ha debido de leer esa máxa en algún calendario, o quizá en un número retrasado de El Mundo, que suele colocar bajo la “mancheta” alguna oración ingeniosa. En eso está. Ha vuelto de Uruguay empeñado en creerse su propio compromiso de reconocer el gobierno que saliera de las urnas. Y este ha salido, arte de birlibirloque, aunque los socios hayan perdido y se hayan dejado un rón de votos y de diputados.
El resultado ha sido un enorme corte de mangas al presidente, o más bien un corte de Montilla y una puñalada con navaja albaceteña de Carod, que ha comenzado a devolver en cómodos plazos, toda la sangre recibida en estos dos últos años. Carod triunfa: ha sido la novia cortejada todos, reclama la autoría prera del proceso de paz iniciado en Perpignan, y resucita después de la famosa foto en la que Maragall, hoy muerto, le retrataba mientras se colocaba la corona de espinas sobre la más necia de las sonrisas.
Así las cosas, conviene preguntarse si hacía falta todo este viaje para pasar del “tripartit” al “tripartón”, todo este viaje para cambiar a Maragall el genio de
Dicen que de regreso de Montevideo, ZP compró litros de alcohol para sotar el viaje, y efecto de las restricciones de transte de líquidos, se tuvo que tomar toda la carga de un trago en la sala de autoridades. Siempre nos quedarán las frases ingeniosas. Si Churchill dijo lo de lo inevitable y el entusiasmo, ZP es autor de otra de antología: “El cambio clático ha provocado más víctas que el terrorismo”. Claro, y la gripe española muchas más víctas que Eta. Por ejemplo en Estados Unidos. ¿Pedirá perdón nuestro presidente?
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