Era previsible. Después de los aciertos diplomáticos de los últos meses, comprobada la eficacia verbal e intelectual del magnífico Pepiño Blanco, el presidente ha depuesto sobre la mesa de la cumbre francesa un plan de paz para el oriente próxo. La luz de la idea ha sido alentada enseguida el decrépito Chirac, mucho más cínico que Zapatero a la hora de recibir a esos dictadores que reparten dinero fresco y cash entre sus cheerleaders, y un Romano Prodi sple y anodino como un chiste de Stan Laurel y Oliver Hardy.
Las iniciativas internacionales de Zapatero tienen el aire del “tó er mundo e gueno”, incluido de Juana, que como ya se escuchó “es un hombre de paz” en un país en el que los malos son los jueces que se empeñan en aplicar la ley. Con esos criterios en el currículum, Israel, que es un país que madruga que sigue amenazado, se ha dado prisa en mandar el plan de ZP a la papelera como si fuera una canasta de tres puntos clavada Navarro desde la zona media.
Sospecho que Rodríguez el puma ha agitado en el aire un señuelo para ocultar una frase inquietante que pronunció en Gerona: “sin violencia todo es más fácil, con violencia todo es más difícil”. No dijo que con violencia todo es posible, no, sino más difícil. Nuestro becario moclovita buscaba la compensación de la física para que no pensemos que es insensible a los efectos de la violencia, y utópico hasta el suicidio. Los israelitas, que le han tomado la medida, saben muy bien qué significa esa frase. El plan de oriente de ZP ha durado lo que le dura la mercancía a un pequeño traficante en la puerta de un instituto; el tiempo de un titular de un diario adicto. Mucho menos que el plan de belleza en siete días.
En fin, yo me felicito de que fin tengamos un plan de paz del que sabemos más que de los planes del gobierno propuestos a
Por cierto, ha muerto Puskas, esa sí que era una izquierda. Y Friedman, también Friedman, tan incomprendido la izquierda, y a quien la realidad ha dado tantas veces la razón.
Artículos anteriores:




















